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RESIDENCIA DE MAYORES
Hace 25 años abría sus puertas la residencia de Nuestra Señora de la Salud de A Peroxa, de la Fundación San Rosendo. Desde entonces, han pasado por sus instalaciones muchas trabajadoras y residentes, pero María José Osorio, Montse Iglesias y María de los Ángeles Fernández han estado allí desde el principio.
Las dos primeras empezaron su trayectoria profesional en esta residencia, después de hacer un curso de formación. “Nunca antes traballara”, asegura Osorio. La cocina fue su lugar de trabajo desde el primer día. “Chamáronme despois co curso, porque non había ninguén que quixera estar na cociña e a min gustábame”, recuerda. Ahí coincidió con Iglesias, aunque en su caso no fue su único puesto. “Empecé de auxiliar, hice cocina, hice un poco de todo”, repasa.
“Venir con un abuelo estaba mal visto porque era como si la familia no lo quisiese, ahora no se ve así”
Ambas reconocen que a lo largo de este cuarto de siglo “las cosas han cambiado mucho”. “Donde más se notó fue a partir del covid”, señala Iglesias, que recuerda, como de un momento a otro, la realidad se tornó completamente diferente. “Tuvimos que adaptarnos a nuevas legislaciones y situaciones, en vez de cambiar de año, fue como cambiar de época”, asegura la Iglesias, que explica: “seguimos siendo auxiliares, pero más profesionalizadas, ya nos exigen otro tipo de conocimientos, otra forma de trabajar, tenemos que estar evolucionando constantemente”.
Las comidas también cambiaron. “Agora guiámonos polo menú que nos envía a Fundación San Rosendo, feito por un dietista”, reconoce Osorio, que recuerda como antes eran las propias cocineras del centro las que organizaban las comidas, eso sí “sempre, claro, combinando ben as verduras, as proteinas e demais”.
Otra de las muchas cosas que han cambiado es la percepción que la sociedad tiene sobre los centros para personas mayores. “Venir con un abuelo estaba mal visto porque era como si la familia no lo quisiese, pero ahora no se ve así” , explica la auxiliar, que asegura haber visto como ese sentimiento de culpa por llevar a un familiar a una residencia ha desaparecido. “Lo llevas al centro porque tiene unas necesidades que tu no puedes cubrir en casa, porque los hogares no están preparados para atender a gente con necesidades especiales”, explica.
Entre los motivos por los que estas dos trabajadoras permanecen en la residencia Nuestra Señora de la Salud, después de 25 años, está “la cercanía”. Ambas son de A Peroxa, por lo que además e estar cerca de casa, también conocen a muchos de los usuarios. En este sentido, aunque aseguran que hay que saber “separar lo profesional de lo sentimental”, insisten en que en el centro tienen “una segunda familia”. Algo en lo que coincide precisamente María de los Ángeles, la residente más veterana del centro, que llegó con apenas 70 años y ya tiene 95. En esta residencia de la Fundación San Rosendo ha encontrado un segundo hogar, del que ha disfrutado con las actividades y los cuidados.
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