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Elecciones
Si el votante ourensano suele importar poco a los grandes partidos, los 100.000 del exterior son casi invisibles. Los procesos electorales siempre son una buena vara de medir el impacto de la emigración en la sociedad ourensana. Es la provincia con un mayor porcentaje de votantes que están censados en el extranjero, la mayoría de ellos segundas o terceras generaciones de gallegos que decidieron marcharse en momentos críticos para la economía y que, en muchso casos, pese a no tener una relación fluida con su tierra de origen siguen estando unidas por las urnas.
En las elecciones del próximo 10 de noviembre, el 28% de las personas que tienen derecho a voto en la circunscripción electoral de Ourense son residentes ausentes, frente al 5,7% de media a nivel estatal. Es la cifra más alta de toda España, Solo Asturias y Zamora (12% cada una) y el resto de provincias gallegas -14% en A Coruña y Pontevedra- y un 19% en Lugo, tienen más de uno de cada 10 electores fuera.
De los 360.301 personas con derecho a voto el 10N en la provincia, 101.127 lo tendrán que hacer fuera del país. Sin embargo, el proceso para votar desde el extranjero es complejo, En las elecciones del pasado 28 de abril, apenas ejerció su derecho un 6,1% del total de los que engrosaban el CERA (censo de residentes ausentes) en España. En Ourense, la cifra fue simbólica, ya que se quedó en un 2,54% del total.
El voto rogado
El denominado "voto rogado", que llegó con una reforma legislativa llevada a cabo en enero de 2011, propicia que los ourensanos del exterior no reciban las las papeletas para votar por defecto, sino que han de rogar el voto para evitar fraudes. El engorroso trámite, sumado a que mucha documentación llega en algunos casos cuando los comicios se han celebrado, pone bajo mínimos este sistema.
1.500 kilómetros y 15 horas de coche para votar o no hacerlo por perder la nacionalidad
Pablo González, ourensano que reside en Nueva Zelanda, confirma que no votará el próximo 10N. En su caso, ni él ni su pareja están en el CERA, aunque podrían votar. "Tendríamos que ir a Wellington, la capital, situación en la que está mucha gente". Aunque llevan años allí, siguen "en el barrio de A Ponte, en mi caso", dice González. En marzo de 2020 pasarán obligatoriamente a ser declarados residentes en Nueva Zelanda, tendrán que renovar allí su pasaporte.
"Ese estatus nos va a cambiar. Solo si estamos registrados como ciudadanos residentes en Nueva Zelanda podemos solicitar el voto y votar desde Auckland". Ahora, tendrían que hacer un trámite que les supondría 1.284 kilómetros y 15 horas de viaje en coche.
Cuando estén en el CERA, será ligeramente más fácil -aunque habrá que rogar el voto-, pero tiene consecuencias negativas: "Perderé mi condición de pontino por primera vez en 33 años..."
Los trámites son, a veces, una caja de sorpresas. Pilar Colmenero es una ourensana residente en Montreal, capital de Québec (Canadá). Un problema con el consulado le ha privado de la nacionalidad y, por ende, del derecho a voto. "No estoy inscrita como española,tengo que hacer todos los tramites de nuevo para inscribirme en el consulado", relata.
La respuesta que le dieron al ir a renovar su pasaporte español era que "desapareció" del sistema. "Tenía la nacionalidad hace unos meses y ahora no. Lo único que puedo hacer es inscribirme de nuevo".
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