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JÓVENES INDEPENDIZADOS EN OURENSE
Hoy en día independizarse antes de los 30 años se ha convertido en poco menos que una quimera para los jóvenes ourensanos. Pocos son los que cuentan con un trabajo estable y menos los que su retribución laboral les permite costearse la vida en solitario.
Según los datos del Observatorio de Emancipación, solo un 23% de los jóvenes que se han independizado viven solos. Para abrirse paso, la juventud busca soluciones como compartir piso con amigos o pareja. Este el caso de la ourensana, Iria Lorenzo, de 31 años, que se emancipó hace dos años. Lo hizo de la mano de su pareja, Ramón. “Tal como están las cosas hubiera sido prácticamente imposible irnos por separado. Si sumas el alquiler, los gastos del piso y pagar la comida y la gasolina, no hay sueldo que lo aguante”, señala Iria desde su experiencia personal.
Dar el paso hacia la independencia no fue sencillo, ya que como la mayor parte de los jóvenes, sus comienzos laborales estuvieron marcados por la inestabilidad. “Llevábamos varios años de relación y vivíamos cada uno en casa de nuestros padres. Siempre tienes la idea de volar del nido cuanto antes, pero con contratos temporales es imposible por mucho que lo intentes”, explica Lorenzo.
“Con lo que cobramos es imposible hacer frente a un alquiler más gastos en solitario”
La paciencia e insistencia dio sus frutos hace dos años. “Me llegó una oportunidad para cubrir una baja como educadora social en una residencia de mayores y tras varios meses de trabajo conseguí que me hicieran fija”. La oportunidad fue doble, ya que al mes se quedó libre una plaza de auxiliar y quien la cubrió fue Ramón, su pareja. “Todo esto sucedió en verano. Nos dimos unos meses para ahorrar algo de dinero y en Navidades decidimos buscar una vivienda para irnos a vivir juntos. Tratamos de buscar la opción más rentable y encontramos un piso de una habitación, en el que seguimos viviendo ahora mismo”, señala la joven ourensana.
Dos años después “la convivencia no ha matado el amor”, como ellos mismos bromean, y ya planean dar el siguiente paso, un poco más ambicioso. “Nos gustaría meternos en la compra de un piso. Meterte en una hipoteca asusta algo al principio, pero no queremos estar viviendo toda la vida de alquiler, pagando mes a mes algo que no va a ser para ti”, señala Iria.
Quienes, como Roberto Bravo, de 28 años, han logrado independizarse revelan que “solo con su sueldo hubiera sido imposible”. El joven ourensano ha abandonado recientemente las comodidades del hogar familiar para emprender una vida con su pareja. “Llevo ya ocho años trabajando, pero únicamente me he podido plantear irme de casa porque tenía pareja. La realidad es la que es, con un salario solo no das hecho frente a los precios de alquiler que te encuentras y más si le sumas todos los gastos en comida, coche…”, afirma. Respecto a las posibles ayudas existentes por parte de las instituciones, Bravo señala que “de momento, no me he planteado tirar de ellas. Creo que es un tema que los jóvenes desconocemos y que las instituciones no se preocupan por dar a conocer”.
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