Karlen González: la emigración, ocasión para reinventarse y hallarse plena

LA NUEVA OURENSANÍA

Mayúsculamente feliz se proyecta Karlén Aiskel González, en su país trabajadora en banca, aquí en una fábrica avícola. ‘Si la vida te da limones, haz limonada’ es el proverbio que mejor describe esa actitud suya de agradecimiento y de poner foco en lo verdaderamente importante.

Miriam Blanco y Marta Vázquez

Publicado: 02 ene 2025 - 05:00

Karlen González: la emigración, ocasión para reinventarse y hallarse plena

Aparece con una niña con un lazote rosa en el pelo, linda como su madre, pero tan alta que imposible es echarle ocho años. Cuando se despide se hace con ella fotos, árbol de Navidad encendido de fondo, celebrando el mero hecho de venir a la capital en un pequeño salto. ¡Cuánto le pedimos a la vida, y cuánto podríamos disfrutarla!, hace pensar ver a esta alegre pareja, regocijándose en cada uno de sus posados.

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Karlen Aiskel González Henríquez llegó a Celanova hace cinco años, de Venezuela se fue a Costa Rica, por motivos laborales de su expareja, pero finalmente cambió aquello por esta provincia. “La relación se acabó y por la situación en nuestro país decidí no volver”, aclara. “La familia política de mi hermana mayor es de As Marabillas, llevan aquí ya veinticinco años”, añade.

Familia napoleónica

Napoleón se llama su cuñado, un nombre que sale en conversación como si fuera Pepe, pocos dirían que de esos hay en estas comarcas. Pues parece que son dos, porque uno de sus alumnos de baile, “el papá del primero”, revela Karlen, también es de los que por aquí, literalmente danza.

Pero no vayamos tan rápido con los meneos de Karlen, que cuando llegó en 2019 empezó en el cuidado de ancianos. “Una experiencia muy linda e inolvidable”, según su opinión, después pasó a una empresa de despieces de conejos. “Estoy en la parte de envasado”, explica. Que todo el mundo sepa que en la zona hay producción nacional, “son de granjas de allí al lado”, explica. Le preguntamos a Karlen por las partes más sabrosas de un lepórido, de todo hay que sacar chicha en la vida (sobre todo, si se come), y ella reconoce que lo degusta poco, y que le da risa porque no sabía qué sacar de la cabeza. “La suegra de mi hermana me explicó que era muy sabrosa”, aclara. No podemos culpar a Karlen de que tenga pocas ganas de liebre si se pasa el día entero trajinando con sus partes, eso lo explica bien el dicho del herrero, que se impone a los descuentos en paletillas y ‘costelas’.

FotosEntrevista-KarlenAiskel (10)
FotosEntrevista-KarlenAiskel (10)

En su país estudió Publicidad y Mercadeo, y trabajó ocho años en Ciudad Banesco, la ubicación principal de esta entidad financiera. “En el departamento de cobranzas”, aclara. Se arranca la música apocalíptica de Carmina Burana que llega de fondo desde el árbol iluminado de la plaza del Bispo Cesáreo, y se convierte en la antesala de una frase fantástica que ella misma se regala. “¡Karlen lo máximo!, así me dicen mis amigos y hermanos”, aclara. “Así me considero porque he sido luchadora y he conseguido lo que he querido dentro de mis posibilidades”, añade. Nunca se dirá suficientes veces que efectivamente no es más feliz el que más tiene sino el que mejor se adapta.

“Ahora estoy dando clases de baile en Celanova en el club sociocomunitario”, explica Karlen, que cuenta quince seguidores los viernes caída la tarde. “86 años”, revela la edad del mayor de sus pupilos, aquel con nombre de insigne mandatario galo. Dos horas de ritmos latinos imparte Aiskel, cuyos conocimientos beben de la salsa casino. “Es un baile en línea, en una rueda de parejas, de origen cubano”, explica. Allá daba clases en una academia, y aquí lo adapta a las circunstancias. “Solo hay un hombre, así que no hay para hacerlo igual”, comenta. Empezamos a ver a ese pariente de la hermana de Karlen, como un bien muy codiciado, habrá que pintar unos cuantos bigotes o algunas señoras a que tomen el rol de caballero. “Trato de que sea divertido, alegre… se nos pasa el tiempo volando”, reconoce. Un poco lo que decíamos antes, ver la vida en positivo es un talento poco valorado.

Hermandad ourensana

Están aquí los hermanos de Karlen en la península, entre Alicante, Ourense ciudad y la comarca celanovesa. Los padres siguen en El Clavo, un pueblo en la subregión de Barlovento, en es Estado Miranda venezolano. “Los traemos en verano, para que se vayan habituando al clima”, comenta. Cuenta que sus padres son una mezcla racial muy común en su zona. “Mi mamá es negra, mi papá es más claro, mi bisabuelo era de Islas Canarias”, comenta. Describe un lugar en el que hay una famosa danza del tambor, y “la gente es muy parrandera”. Todo sonrisas Karlen al hablar de lo suyo, pero definitivamente también encantada de vivir en este lado.

Mora con su niña en su pisito en Celanova, donde los precios son más amigos que en la capital ourensana. “Es un lugar bonito que te permite ahorrar”, reconoce. También es más fácil para esto de la conciliación con las crianzas. “Todo el mundo sabe quién es Fiorella”, explica sobre las recogidas y entregas del trabajo al cole, “cualquiera la puede auxiliar”, añade.

Tuvo a bien Karlen ver esta entrevista como debe ser, un momento para recordar, para regalarse un aplauso, y contarle quizá algún día a un nieto. Cualquier oportunidad es buena para hacer algo diferente, y celebrar que la vida es una maravillosa experiencia.

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