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APAGONES
El apagón general no solo dejó a miles de hogares sin luz durante horas, también puso de manifiesto las fragilidades de un sistema eléctrico en plena transformación. La expansión acelerada de las energías renovables y el retraso en la adaptación de las redes han abierto un debate técnico sobre si la infraestructura actual puede soportar la nueva realidad energética del país.
Alberto Estévez, del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Industriales de Ourense (COITOU), considera que, aunque se ha avanzado en la gestión de riesgos, la situación estructural apenas ha cambiado. “Los problemas siguen siendo los mismos. Los riesgos continúan ahí, aunque ahora hay más precaución y conciencia de lo que puede pasar”, señala.
Según explica, el apagón confirmó lo que “los expertos venían advirtiendo desde hace años”: las redes eléctricas españolas no han crecido al mismo ritmo que la generación renovable. “Hemos hecho avanzar la generación, pero las infraestructuras van por detrás. Es como poner camiones de gran tonelaje a circular por carreteras secundarias: pasan, pero con más peligro”.
Estévez subraya que la clave pasa por reforzar las redes de transporte y los sistemas de almacenamiento energético, para poder equilibrar los picos de producción solar y eólica con la demanda real. “El camino está claro, pero las infraestructuras cuestan dinero y requieren tiempo. Hasta que no tengamos redes con capacidad de absorber y almacenar el exceso de energía, seguiremos expuestos a desequilibrios”, advierte.
En la misma línea, Camilo Carrillo, catedrático del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Vigo, explica que el apagón tuvo su origen en un problema de tensión local que acabó derivando en una reacción en cadena. “Cuando la tensión sube demasiado, algunos sistemas se desconectan automáticamente por seguridad. Si eso ocurre en varias centrales al mismo tiempo, se produce un desequilibrio entre generación y consumo que puede extenderse a toda la red”, detalla.
Carrillo apunta que el aumento de la energía fotovoltaica en determinadas zonas, sobre todo en el sureste de España, incrementa la posibilidad de estos desequilibrios. Buena parte de esa generación, particularmente la de autoconsumo, no está bajo el control directo de Red Eléctrica, lo que complica la supervisión. “La solución no pasa por frenar las renovables, sino por adaptar el sistema. La energía solar y la eólica son un hecho, y el reto está en hacer que su integración sea segura”, resume.
Entre las medidas que propone están la obligatoriedad de que las plantas participen en el control de la tensión -algo que hoy es voluntario aunque remunerado- y la implantación de sistemas electrónicos conocidos como FACTS, que estabilizan la red sin necesidad de intervenir en otras instalaciones.
Carrillo considera que el riesgo de un nuevo apagón no es alto, pero sigue presente mientras no se complete esa adaptación, cosa que requiere tiempo. “Hay soluciones y mecanismos técnicos para evitarlo, pero requieren planificación, inversión y voluntad de aplicarlos”, concluye.
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