La mitad de presos ourensanos en tercer grado vive en casa con control telemático

Los presos en tercer grado, que tienen trabajo, salen de la cárcel con un brazalete o pulsera telemática que garantiza que están en sus viviendas entre las 23 horas y las 7 de la mañana

M. Sánchez

Publicado: 28 ene 2023 - 06:07 Actualizado: 28 ene 2023 - 17:43

La sección abierta de la cárcel de Pereiro permite salidas al exterior a los internos, pero duermen en estas instalaciones.  XESÚS FARIÑAS
La sección abierta de la cárcel de Pereiro permite salidas al exterior a los internos, pero duermen en estas instalaciones. XESÚS FARIÑAS

El confinamiento domiciliario, una vez superados los momentos críticos de la pandemia, continúa para algunos ourensanos. Hay un grupo de 27 personas (22 hombres y 5 mujeres) que tienen cuentas pendientes con la Justicia y las saldan en sus propios hogares por obra y gracia de la tecnología.

Las pulseras telemáticas, que en el sistema penitenciario español cada vez tienen mayor peso, abren las puertas de las celdas a aquellos reclusos clasificados en tercer grado penitenciario (semilibertad), con buena evolución, para así facilitar su reinserción.

El centro penitenciario de Pereiro de Aguiar apuesta por estos mecanismos de control, autorizado en la actualidad para al 49% de los clasificados en tercer grado. Los beneficiarios siguen cumpliendo condena, pero en sus casas. Salen a trabajar -una condición indispensable-; cuidan de sus hijos, pasean al aire libre o toman el café en el bar de siempre… Disfrutan de las ventajas de la vida en libertad pero a las once de la noche (los horarios se ajustan dependiendo de la actividad laboral) deben retornar al domicilio, del que, salvo por causa justificada, no pueden salir hasta la mañana siguiente. En caso de saltarse el toque de queda, la prisión recibe una alerta (en el domicilio hay un módem).

“No podemos olvidar que siguen cumpliendo sus condenas, pero fuera del centro penitenciario, favoreciendo así una vida laboral y familiar en condiciones normales, lo que facilita la reinserción, el fin último de la institución penitenciaria”, asegura Francisco González, el director del centro ourensano. González advierte de que la pulsera no es una carta blanca. “Se les llama por teléfono, deben acudir a Pereiro cada 15 días, se les pueden realizar pruebas de tóxicos y no es un recurso para todos”, explica.

Los dispositivos telemáticos los autoriza la junta de tratamiento de la prisión si el condenado le ofrece suficiente confianza. Tras la pandemia de la covid-19 se popularizaron más. “Tiene que haber pasado un tiempo en régimen ordinario (segundo grado), observar una evolución favorable, pero también se tiene en cuenta el tipo de delito y la duración de la condena”, apunta González. Es factible para un sentenciado por una estafa e improbable para un condenado por una agresión sexual.

La pulsera tampoco se les entrega a todos aquellos que están en tercer grado. En Ourense hay 28 personas en tercer grado que deben dormir en un ala del recinto penitenciario, conocido como sección abierta. Siete hombres salen diariamente a trabajar, pero duermen en la cárcel, mientras que 21 (19 hombres y 2 mujeres) al no tener ocupación laboral remunerada, por ahora, están todo el día en la llamada sección abierta (sí pueden asistir a cursos de formación), sin el rigor del encarcelamiento ordinario.

En Ourense, 307 personas tienen limitada su libertad porque han delinquido: 252 con restricciones totales (están en la cárcel en régimen ordinario) y 55 en tercer grado. La mayor parte con condena firme (199 hombres y 16 mujeres) y 37 están pendientes de juicio (33 hombres y 4 mujeres).

Hay también sentencias que se ejecutan sin prisión: en 2022 hubo 902 con trabajos en beneficio de la comunidad y 139 que suspendieron la cárcel por programas o cursos.

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