Las obras de la A-52 ralentizan el viaje de los ourensanos a Vigo

La puesta a punto de la A-52 para mejorar el drenaje de la autovía, que se había convertido en una trampa mortal para los conductores, sigue siendo un quebradero de cabeza para los conductores y ya van dos veranos. La agenda prevista para la finalización de los trabajos entre las proximidades de A Cañiza y Porriño avanza lenta y con retraso ralentizando el flujo de la circulación, en pleno mes vacacional. Los problemas entre Ourense y Vigo se mantienen a pesar de que las obras se están llevando a cabo ya en el último tramo, en Puzo, justo en el ramal de la autovía hacia la Plataforma Logística de Salvaterra-As Neves. Ahí se mantienen varios kilómetros con un único carril de sentido.

Después de un año y medio con el carril cortado en la subida del túnel de O Folgoso, el Ministerio de Transportes quiere agilizar unos trabajos condicionados en algún caso por la temporada de lluvias y por otro debido a la lentitud en el comienzo de los mismos. Durante meses y, a pesar de la dificultad de las obras que han supuesto la renovación completa de canalización para evitar el daño al asfalto y las bolsas de agua, apenas se vio movimiento de máquinas. De esta forma, los plazos se han ido ampliando cogiendo de lleno el mes de julio, a pesar de la realización de doble turno tanto nocturno como diurno. Las previsiones eran finalizar el asfaltado en el epicentro actual de las obras en dos semanas, evitando así que los problemas se extiendan en agosto, otro mes fuerte de circulación en la autovía. No obstante, junto al grueso de las obras en el citado “nudo de Puzo” se está rematando la instalación de un nuevo piso de asfalto en tres tramos diferentes desde A Cañiza, Ponteareas y hasta Porriño.

Los problemas de la A-52 se extienden más allá del límite de Galicia, donde los trabajos de asfaltado en su trayecto hacia Benavente son recurrentes por el mal estado de una carretera que soporta millones de desplazamientos.