Ourense se achicharró y se secó, para luego quedar sin agua y arder

Ourense ha vivido este año uno de los veranos más insufribles que se recuerdan, agobiante por las altas temperaturas, dramático por la falta de lluvias, devastador por las llamas que se produjeron a partir de esta situación y todavía más sofocante, si cabe, por el humo generado en los propios incendios.

Entre los meses de junio y agosto, la temperatura máxima media se aproximó a los 34 °C, cifra jamás alcanzada entre los tres meses en la ciudad desde que hay registros en el 1961, y en hasta 12 días del estío se superaron los 40 °C, especialmente por la ola de calor más intensa de la historia de España, en la primera quincena de agosto. Además, apenas se recogieron 13 litros por metro cuadrado de precipitaciones, frente a los 76 de media, lo que supone seis veces menos agua de lo normal, según datos de MeteoGalicia.

El mes de junio más anómalo de la serie histórica le dio el puntapié inicial a un período estival, que acabaría sufriendo los efectos de un árido comienzo, tras llover durante dicho período tan solo 1 l/m², cuando normalmente se acumulan 45 l/m².

Esto dejó desde un inicio un terreno especialmente seco, idóneo para la propagación de incendios, como acabaron sucediendo y calcinando más de 100.000 hectáreas en la provincia, tres veces más que cualquier año anterior. Retrocediendo al año 2023, cuando ardieron poco más de 1.000 hectáreas, cien veces menos que este verano, se observa también que en el mes de junio llovió precisamente cien veces más que en esta ocasión, con 103 l/m².

Esta adversidad originó también diversos problemas en el suministro de agua de muchas aldeas ourensanas, empezando a tener limitaciones en la traída mucho antes en comparación a años anteriores y prolongando su carencia de agua corriente tres meses, hasta este mes de septiembre.

Además, las temperaturas de junio estuvieron 4,5 grados por encima de la cifra habitual, con una media de 32,3 °C, llegando a registrar tres días por encima de 40 grados y la máxima marca de todo el año en Ourense, una verdadera rareza en este mes, con 42,9 °C.

Julio estuvo dentro de unos valores “más normales” para la época del año, superando en dos grados la media y con tan solo un día rebasando los 40 grados.

Pero agosto llegó con más fuerza, con una de las mayores olas de calor jamás registradas durante la primera quincena. Entre los días 2 y 17 se superaron siempre los 37 grados en la ciudad, con una media durante esos días de 39,7. Además, entre el 6 y el 11 de agosto se superaron siempre los 40 °C de máxima en la capital termal, lo que precedió exactamente a la mayor ola incendiaria de la historia de Galicia, que arrancó con el fuego del 12 de agosto en Chandrexa de Queixa y arrasó cerca de un 15% de la provincia durante un par de semanas.

Zonas especialmente calurosas, como Verín y Vilamartín de Valdeorras, que tuvieron una media de aproximadamente 34 °C en agosto, fueron de las más afectadas durante la crisis de incendios. Además, las precipitaciones, recogidas por MeteoGalicia durante el pasado mes, no superaron los 6 l/m² en ninguno de los concellos.

Un otoño más cálido y seco

El mes de septiembre supuso un cambio en la tendencia veraniega, con un claro descenso de las temperaturas -a excepción de esta semana, con días de más de 35 °C -y la llegada de precipitaciones, aunque insuficientes para reponer los manantiales de la prolongada sequía, que todavía dejan sin traída de agua a aldeas ourensanas como Becoña de Abaixo (Boborás).

El otoño en Ourense se perfila caluroso y falto de lluvias, según las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Las temperaturas se mantendrán por encima de lo habitual durante las primeras semanas de octubre, con máximas que podrían superar los 30 °C y mínimas superiores a 10 °C, lo que prolonga el riesgo de incendios forestales.