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Cada vez que un valdeorrés tiene que viajar a Ourense, o cada vez que un ourensano tiene que recorrer el camino inverso, la suspensión de su vehículo se echa a temblar. El deficiente estado de la carretera N-120, que comunica la capital provincial con O Barco a lo largo de 110 kilómetros, se manifiesta en casi un millar de baches que hieren el firme, tal y como pudo estimar este diario tras llevar a cabo un recuento en los últimos días.
En concreto, se contabilizaron por lo menos unos 910 baches y grietas en el asfalto entre la ciudad de As Burgas y la villa barquense. De ellos, 215 eran significativos, esto es, lo suficientemente profundos como para sentir una sacudida fuerte. Esto se traduce en que para ir a O Barco hay que esquivar, de media, por lo menos ocho baches por kilómetro, dos de ellos de gran profundidad o extensión.
Los tramos más deteriorados son los que transcurren por los concellos lucenses de A Pobra do Brollón y Quiroga. Entre esta última villa y el desvío a la LU-652, que desvía a Lugo, se interpone un tramo de algo más de 20 kilómetros en el que se puede contar la friolera de 240 baches. Este tramo, junto al comprendido entre Sober y Monforte, acusó notablemente las fuertes lluvias registradas durante este mes, agravando la calidad de la rodadura.
De hecho, el pasado día de Año Nuevo, quince vehículos hundieron sus ruedas en un gran bache de tres metros de largo, uno de ancho y varios centímetros de profundidad, en A Pobra do Brollón. Los daños fueron diversos, desde pinchazos y reventones de ruedas a averías que requirieron de la grúa. Algo similar sucedió en Quiroga el 19 de enero, aunque afectó a menos vehículos.
Para tratar de prevenir estas y otras incidencias provocadas por la presencia de baches, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma) inició unos trabajos de reparación urgente en estos tramos para los que se destinan unos 300.000 euros, con el objetivo de tapar los hoyos.
Actualmente, el Ministerio tramita un proyecto para intervenir en el firme entre los puntos kilométricos 472 a 535, desde la frontera valdeorresa hasta Ferreira de Pantón, dejando fuera el tramo entre la ciudad y el alto de A Guítara, con unos 130 baches. Y el año pasado se reasfaltaron tramos de la N-120 en Valdeorras. Sin embargo, la lluvia provocó el desprendimiento de un carril en el concello de Rubiá el pasado 17 de enero, dejando un enorme socavón que obligó a instalar un semáforo en plena carretera para regular el tráfico.
El mal estado de la carretera no impidió, eso sí, que el Mitma la estableciera como alternativa recomendada ante las nevadas en la A-6. La idea es que el tráfico, especialmente el pesado, se desvíe hasta la LU-652 y se reincorpore a la autovía en Lugo.
La habilitación de más zonas de adelantamiento es una vieja reivindicación de los usuarios de la carretera, que ven cómo crecen los ya de por sí largos tiempos de viaje si se encuentran con un camión o vehículo lento. El Mitma anunció recientemente la aprobación del proyecto de un tercer carril entre la ciudad y Os Peares. Dicha intervención llevaba en la agenda del Ministerio desde 2017. Y además de los baches, hay otros riesgos para la seguridad vial: cuando llueve se forman importantes balsas de agua en algunos puntos.
El deterioro de la N-120 y el desvío del tráfico procedente de la A-6 sacan a flote la ausencia de la autovía A-76 entre Ourense y Ponferrada. También de la urgencia de una mejora integral de la N-120. Mientras, conducir sigue exigiendo precaución en esta vía obsoleta.
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