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El pequeño, de seis años, que se encontraba en una granja escuela en la localidad madrileña de Villanueva de Perales, ingirió un yogur que presuntamente le causó la muerte.
Los niños diagnosticados con alergias alimentarias graves "deben llevar siempre dos auto-inyectores de adrenalina", advierte en un comunicado el doctor Luis Echeverría, vicepresidente del congreso de Seicap, que se está celebrando en Madrid.
"Los pediatras alergólogos tenemos la función de detectar estos niños de posible riesgo para instaurar las medidas preventivas posibles, educar y entrenar a estos niños y a sus familias en el tratamiento con adrenalina, que es la única terapia que puede generalmente controlar una reacción anafiláctica grave cuando se administra de forma precoz", señala.
Además, "es necesaria una adecuada formación de los profesionales que tienen relación con los niños en el reconocimiento y manejo de las posibles reacciones alérgicas, ya que las reacciones anafilácticas pueden producirse inesperadamente y en cualquier medio cuando se produce una transgresión dietética".
En España, a diferencia de lo que ocurre en otros países, no existen protocolos de actuación nacionales sobre el tratamiento de las reacciones alérgicas graves para profesionales no médicos en contacto con los niños (profesores, monitores, personal de restauración, etc.)
No todas las comunidades autónomas disponen de estos protocolos.
Sólo en Galicia, en 2007, a raíz del fallecimiento de un niño alérgico al huevo en una excursión escolar se puso en marcha el programa Alerta Escolar, que consiste en identificar a los niños de riesgo en el colegio junto con formación a los profesores de cómo actuar en esas situaciones, según la doctora Mercedes Escarrer, vocal de la junta directiva de Seicap.
En Baleares, en el próximo curso, se pondrá en marcha también este programa.
Para Ana María Plaza, presidenta de Seicap, las autoridades sanitarias, en colaboración con los pediatras alergólogos, deberían establecer unas guías de actuación para estos casos, ya que la alergia alimentaria es cada vez más frecuente y la identificación precoz de situaciones de riesgo, junto con la formación a los profesores evitarían fatales desenlaces.
El shock anafiláctico es la manifestación más grave de la anafilaxia y en niños con alta sensibilización puede desencadenarse con dosis mínimas, aclara la doctora Plaza.
Por su parte, los padres también reclaman prevención, porque es el mejor tratamiento, y la medida más importante para prevenir es la formación, señala Pilar Hernández, presidenta de la Asociación Española de Alérgicos a Alimentos y Látex (Aepnaa).
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