Muere Jane Goodall, la prestigiosa primatóloga que demostró que los chimpancés tienen sentimientos

91 AÑOS

Este miércoles ha fallecido a los 91 años por causas naturales la famosa primatóloga Jane Goodall, figura clave en la defensa de los derechos de los animales y pionera en el estudio del comportamiento de los chimpancés en estado salvaje.

Publicado: 01 oct 2025 - 20:45 Actualizado: 02 oct 2025 - 10:29

Jane Goodall
Jane Goodall | Europa Press

Este miércoles ha fallecido a los 91 años por causas naturales la famosa primatóloga Jane Goodall, figura clave en la defensa de los derechos de los animales y pionera en el estudio del comportamiento de los chimpancés en estado salvaje. “Sus descubrimientos como etóloga revolucionaron la ciencia, y fue una defensora incansable de la protección y restauración de nuestro mundo natural”, aseguró la institución que lleva su nombre, el Instituto Jane Goodall.

Jane Goodall, fallecida ayer a los 91 años en California mientras realizaba una gira de conferencias, deja tras de sí un legado científico, ético y humano que transformó para siempre nuestra relación con el mundo animal y con nosotros mismos. Nacida en Londres en 1934, desde niña mostró una curiosidad insaciable por la naturaleza. Su padre le regaló un chimpancé de peluche llamado Jubilee, que se convirtió en símbolo de una vocación precoz. Pasaba horas observando insectos, leyendo sobre aventuras africanas y soñando con vivir entre animales salvajes.

Jane Goodall con Uruhara, 1996.
Jane Goodall con Uruhara, 1996. | Europa Press

Una vida entregada a la investigación y sus chimpancés

Nacida el 3 de abril de 1934 en Londres, Reino Unido, a los diez años, soñaba con viajar a África para estudiar animales salvajes, una ambición que parecía inalcanzable para una niña británica sin formación científica formal ni recursos económicos. Sin embargo, su determinación la llevó a trabajar como secretaria y camarera para ahorrar dinero, hasta que en 1957 viajó a Kenia, donde conoció al renombrado paleoantropólogo Louis Leakey. Leakey, impresionado por su pasión y agudeza, le ofreció la oportunidad de estudiar chimpancés en el Parque Nacional de Gombe, en Tanzania.

Su enfoque, que combinaba rigor científico con una profunda empatía, transformó la primatología en una disciplina más humana y ética. En lugar de números y estadísticas frías, Jane hablaba de individuos con nombres, historias y personalidades. Esta perspectiva fue inicialmente criticada por algunos sectores académicos, pero con el tiempo se convirtió en un modelo de investigación respetado y admirado

En 1960, Jane Goodall comenzó su investigación en Gombe sin formación académica en biología ni antropología, pero con una mirada fresca y una sensibilidad única. Fue la primera en observar que los chimpancés fabricaban y utilizaban herramientas, una capacidad que hasta entonces se consideraba exclusivamente humana. Esta revelación revolucionó la comprensión de la frontera entre humanos y otros animales, y obligó a la comunidad científica a replantearse sus definiciones de cultura, inteligencia y comportamiento.

Sus aportaciones a la ciencia

A lo largo de más de seis décadas, Jane documentó complejas estructuras sociales, vínculos afectivos, conflictos, rituales y expresiones emocionales entre los chimpancés. Su enfoque, que combinaba rigor científico con una profunda empatía, transformó la primatología en una disciplina más humana y ética. En lugar de números y estadísticas frías, Jane hablaba de individuos con nombres, historias y personalidades. Esta perspectiva fue inicialmente criticada por algunos sectores académicos, pero con el tiempo se convirtió en un modelo de investigación respetado y admirado.

En 1977 fundó el Jane Goodall Institute, una organización dedicada a la investigación, la conservación y la educación ambiental. Bajo su liderazgo, el instituto desarrolló programas pioneros en África que combinaban la protección de hábitats con el empoderamiento de comunidades locales. También creó Roots & Shoots, una red global de jóvenes comprometidos con el cambio positivo, que hoy cuenta con cientos de miles de miembros en más de cien países.

Jane Goodall fue una incansable defensora de los derechos de los animales, la sostenibilidad y la paz. Viajó más de 300 días al año durante décadas, dando conferencias, reuniéndose con líderes mundiales, visitando escuelas y comunidades, y promoviendo un mensaje de esperanza y acción. Su voz suave pero firme se convirtió en símbolo de conciencia global. Nunca dejó de creer en la capacidad humana para cambiar el rumbo, incluso frente a la destrucción ambiental, la pérdida de biodiversidad y la indiferencia política.

Hace pocos meses, concedió una de sus últimas entrevistas en España en el programa La Revuelta. Así seguía trasladando sus ideas e incluso mostrando cómo se comunicaba con los chimpancés que tanto quería:

Y llegaron los reconocimientos a su dedicación

Recibió innumerables reconocimientos, entre ellos el título de Dama del Imperio Británico, la Medalla de Oro de la Unesco, el Premio Templeton y el nombramiento como Mensajera de la Paz por las Naciones Unidas. Sin embargo, más allá de los galardones, lo que definió a Jane fue su humildad, su cercanía con las personas y su amor incondicional por los animales.

Su vida fue también una historia de coraje personal. En un mundo dominado por hombres y por paradigmas científicos rígidos, Jane se abrió camino con intuición, sensibilidad y una ética radicalmente compasiva. Enfrentó críticas, incomprensiones y desafíos logísticos enormes, pero nunca abandonó su misión. Vivió con los chimpancés, los observó durante años, los defendió ante gobiernos y corporaciones, y luchó por su supervivencia con una tenacidad que inspiró a millones.

Premios Príncipe de Asturias en Oviedo.
Premios Príncipe de Asturias en Oviedo. | Europa Press

Goodall rompió con la rigidez académica de su tiempo. En lugar de números, asignó nombres a los chimpancés, como Flo, Fifi o David Greybeard, y los observó con empatía y respeto. Su enfoque reveló la complejidad emocional y social de los grandes simios, y abrió la puerta a una nueva forma de hacer ciencia, más cercana y menos mecanicista.

Además de sus contribuciones científicas, fue una incansable defensora del medioambiente. Fundó el Jane Goodall Institute y el programa Roots & Shoots, promoviendo la educación ambiental y el desarrollo sostenible en comunidades de todo el mundo. Fue nombrada Mensajera de la Paz por la ONU en 2002 y recibió la Medalla Presidencial de la Libertad en Estados Unidos en 2025.

Su activismo se extendió al ámbito climático, denunciando la destrucción de hábitats y el impacto del ser humano sobre la biodiversidad. En sus palabras: “Estamos olvidando que somos parte del mundo natural. Aún hay una ventana de tiempo”.

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