¿Congelar o esperar? El eterno dilema de Navidad

Prima más la comodidad de no dejarlo para el último día que el ahorro en el precio

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Cuando llegan estas fechas surge el gran dilema. ¿Será momento de comprar y congelar o esperamos y comemos fresco, llegado el día? En primer lugar habrá que saber qué se puede congelar sin que pierda o pierda muy poco. Es una opción muy aceptable para el pescado, siempre que sea muy fresco, y tiene la ventaja de que nos libramos de los anisakis en el supuesto de que llegase a tener alguno.

Lenguado, Coruxo, Rodaballo, Merluza, no pierden con un congelado rápido, bien envasado al vacío y de pocos días de duración. Se congelan en crudo. Camarón y cigalas, se pueden cocer y congelar. Centolla, nécora y buey, son mariscos con defensores y detractores. Hay que cocerlos y envolverlos en paños húmedos y luego en bolsa de plásico o filme plástico, pero algo pierden en el tránsito por el congelador. Los percebes, hay que descartarlos.

Con respecto a las carnes y aves, se pueden congelar todas en crudo, siempre que estén bien envasadas al vacío y que el grosor no sea excesivo, para que la congelación resulte lo más rápida posible.

¿Merece la pena? En los últimos días puede ser una lotería: que todo esté disparado de precio o que el temor a ese precio tan disparado detraiga la demanda y entonces apenas se mueva o incluso sea más barato. Los temporales de estos días no han aportado mucha abundancia en las lonjas así que tampoco vamos a encontrar gangas. Más que precio, la compra anticipada asegura comodidad.

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