Haya común o faia

JARDÍN

Árbol de hojas caducas originario del centro y oeste europeo, puede vivir 300 años

Colorido ejemplar de haya común.
Colorido ejemplar de haya común. | La Región

El haya común, conocida en gallego como faia y científicamente como Fagus sylvatica, es un árbol de hojas caducas originario del centro y oeste europeo, perteneciente a la familia de las Fagáceas, que puede vivir hasta 300 años.

Etimológicamente su nombre deriva del vocablo griego phegos o de latino fagus que hace referencia a que sus frutos son comestibles. El epíteto latino sylvatica significa “silvestre”.

Colorido ejemplar de haya común.
Colorido ejemplar de haya común. | La Región

Su sistema radical está muy desarrollado aunque es poco profundo. Su porte es esbelto, pudiendo alcanzar hasta treinta o más metros de altura. Su tronco es recto. Su corteza es lisa y de color grisáceo ceniciento. Las yemas son muy características ya que terminan en punta y están cubiertas de pegajosas escamas pardo rojizas. Sus hojas, con un peciolo corto, son elípticas, de color verde claro, ápice agudo y bordes algo ondulados y con pelos. Es una especie monoica, es decir, las flores masculinas y las femeninas están en el mismo pie de planta; las primeras están agrupadas en inflorescencias globulosas colgantes con un pedúnculo largo, mientras que las segundas se presentan en grupos pequeños de una o tres con un pedúnculo corto. Florece de abril a mayo, casi al mismo tiempo que aparecen las hojas. Los frutos, llamados hayucos, son rosáceos, tienen forma tetraédrica y un revestimiento leñoso erizado que se abre en cuatro valvas; maduran a finales de verano o en otoño, liberando las semillas. Crece en ambientes húmedos con suelos fértiles y frescos, formando bosques llamados hayedos. Pueden estar solos o bien acompañados de otras especies de hoja ancha. No soporta las sequías. Debido a ese necesario ambiente de humedad, sobre todo en verano, los principales hayedos de Galicia se encuentran casi exclusivamente en la sierras del Caurel y Los Ancares. También en la cabecera del río Eo. De todos modos hay que decir que su presencia en nuestra autonomía es escasa.

Los hayedos, dado el abundante y tupido follaje son espacios naturales sombríos que invitan a la reflexión. Las hayas se alzan como imponentes columnas de madera, creando una cierta atmósfera espiritual con un cierto sentido de protección religiosa y mística. De hecho, en las civilizaciones antiguas los hayedos tenía un carácter sagrado. Su follaje se colorea de sugestivos tonos ocres, anaranjados, amarillos y marrones en otoño, originando un paisaje de gran impacto visual Dado su gran valor estético, es utilizado como árbol ornamental en parques y jardines.

En la medicina tradicional se cocía la corteza, pues se le atribuían propiedades astringentes, antiinflamatorias y antisépticas

Antiguamente se extraía de este árbol un aceite empleado para la iluminación y la alimentación. Tienen un alto poder nutritivo. Los hayucos son alimento apetecido por los cerdos, los jabalíes, roedores y también por aves. También sirven para el consumo humano, ya frescos o tostados, aunque no conviene abusar de ellos pues pueden producir dolor de cabeza.

En la medicina tradicional se cocía la corteza, pues se le atribuían propiedades astringentes, antiinflamatorias y antisépticas. Se usaban también las hojas en infusión como diurético. La madera, clara y algo rosácea, se utilizan ebanistería y carpintería. Tienen un alto poder calorífico y se usa para hacer carbón. En Alemania es frecuente ver setos hechos con hayas.

En la provincia de Ourense encontramos hayas silvestres en la ladera norte del valle fluvial de la Corga de Calvos, afluente del río Caldo. Un paraje de obligada visita en plena sierra del Xurés, ocasión para ver también el impresionante complejo arqueológico romano a orillas del río Limia, Aquis Querquennis.

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