Mirto de esencia perfumada

Myrthus comunis, conocido en castellano con los nombres de abriján, arraigán, arrayán, mirto, mirto común, murta o murtiñera, entre otros, y en gallego con los de gorreiro, miltra, mirta, mirteira, mirto o murteira, es un arbusto leñoso siempreverde, perteneciente a la familia de las Mirtáceas, originario del sudeste de Europa y del norte de África. En Galicia se encuentra, normalmente, como planta ornamental en jardines de las cuatro provincias, bien de manera aislada o formando setos. En algunos sitios suelen llamar mirto al boj o al evónimo, especies que suelen plantarse también para bordear los macizos de los jardines.

El nombre myrthus deriva del latín myrtus y éste, a su vez, del griego myrtos, procedente de la voz myron, que significa “esencia perfumada” en alusión a su aroma; el adjetivo comunis, que significa “común”, hace referencia a la frecuencia de su propagación.

Es una planta longeva, tanto que algunos ejemplares pueden llegar a ser multiseculares. Está muy ramificada y sus ramas son erectas y con cierta vellosidad. Cuando son jóvenes tienen una corteza rojiza que con el tiempo adquiere una tonalidad gris. Tiene un denso follaje. Las hojas son pequeñas, opuestas, coriáceas, lustrosas, oval-lanceoladas, de borde entero y terminadas en punta; presentan numerosos puntos translúcidos en las dos caras que se corresponden a las glándulas oleíferas aromáticas; tienen un corto peciolo y son de color verde oscuro por la parte superior y verde más claro por la inferior. Sus flores brotan solitarias en las axilas de las hojas, sobre largos pedúnculos; son pequeñas y de color blanco o crema, y tiene forma estrellada. Poseen cinco pétalos y cinco sépalos y numerosos estambres amarillos visibles gracias a sus largos filamentos. Tanto las hojas como las flores al frotarlas desprenden un aroma excelente. Florece en primavera, pudiendo producirse, en algunas zonas, una segunda floración a finales de verano e incluso en octubre cuando los otoños son calientes. Sus frutos son bayas pequeñas, globosas o elipsoidales, que al madurar se vuelven de color negro azulado, rojo oscuro o raramente blanquecinas, coronadas por los sépalos persistentes y endurecidos. En su interior se albergan numerosas semillas arriñonadas y de un color que va del marrón al blanquecino. Además de reproducirse por semillas, dispersadas por los pájaros que se alimentan de ellas, puede hacerlo por esqueje. Fructifica durante el otoño y el invierno. Estas bayas son comestibles. Es una planta de crecimiento lento, prefiriendo terrenos ácidos o neutros, frescos, algo húmedos y, sobre todo en verano, bien regados, aunque se adapta bastante a los suelos pobres y secos. Es sensible al frío intenso.

En la isla italiana de Cerdeña, se hace con ellas un licor muy digestivo, obtenido de su maceración en alcohol. La producción, hasta hace poco de ámbito casi exclusivamente local, ha tenido una notable

En la antigua Grecia el mirto era considerado símbolo del amor y de la belleza. Con él, se hacían coronas para homenajear a los vencedores olímpicos. Cuenta la leyenda que Venus, recién nacida de la espuma del mar, encontró refugio de las miradas indiscretas de los hombres detrás de un gran arbusto de mirto. Platón lo cita en La República al decir que “tumbados en lechos sembrados de smilax y mirto, en compañía de sus hijos beberán vino, coronados todos de flores cantarán himnos a los dioses, felices de estar juntos”. Según Plinio, cultivar mirto en un lugar público era una forma de honrar a la diosa Venus y simbolizar la paz. También, según la leyenda, los romanos y los sabinos, tras el famoso rapto, se reconciliaron gracias al poder purificador de las hojas de mirto. En el Antiguo Testamento se hace referencia al mirto, en el libro del profeta Isaías cuando dice: pondré en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivos silvestres; plantaré en la estepa cipreses, junto con olmos y pinos (Is. 41,19). También viene citado en el libro de Nehemías (Ne. 8,15). En la antigua Roma las novias acostumbraban llevar estas coronas el día de la boda como augurio de felicidad para el matrimonio. En Alemania todavía hoy se utiliza como planta propiciatoria durante las bodas. Las hemerotecas que recogen el hecho de la inauguración de tramo de ferrocarril Redondela-Pontevedra en el año 1884 narran que la máquina estaba adornada con “…banderas, gallardetes y guirnaldas, y ramos de laurel y de mirto”.

Las bayas se utilizaban antiguamente para producir tinta. En la isla italiana de Cerdeña, se hace con ellas un licor muy digestivo, obtenido de su maceración en alcohol. La producción, hasta hace poco de ámbito casi exclusivamente local, ha tenido una notable expansión en el mercado. El médico y naturalista Dioscórides en el siglo I, así como su colega persa Avicena en el XI recomendaban sus bayas por sus propiedades antisépticas y astringentes. Además, el aceite de mirto, extraído de las hojas, flores y frutos, es apreciado por sus propiedades antiinflamatorias y balsámicas, siendo útil en casos de afecciones respiratorias, pulmonares y bronquiales. Asimismo fue usado como desodorante aplicando las hojas a los sobacos. También se emplean en perfumería y en cosmética. Sus tallos y hojas son muy ricos en taninos por lo cual han sido empleados para curtir cueros. Las hojas se utilizan en cocina para dar sabor a platos tradicionales mediterráneos a base de carne. Su madera es apreciada en la ebanistería y tornería. En Calabria, los higos secos se engarzan en una rama de mirto y luego se hornean, adquiriendo un sabor muy agradable.

El mirto está con frecuencia presente en la toponimia de la cuenca mediterránea. Así, el nombre Murcia parece proceder del apelativo latino de esta planta. Lo mismo sucede con el del municipio de Murtas, ubicado en la comarca granadina de la Alpujarra. Es famoso el “Patio de los Arrayanes” situado en la Alhambra de Granada, y llamado así porque su estanque central está delimitado por una plantación de mirtos.