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Que una sandía cueste siete euros puede parecer caro así, dicho sin más explicaciones. Pero la verdad es que estamos ante una de las frutas más baratas del verano: entre 60 y 90 céntimos de euro por kilo.
En días de canícula más agobiante, se agradece una buena porción de sandía. Su precio y su tamaño son dos de sus cualidades más sobresalientes. Fácil de cultivar, siempre que se disponga del suelo y el clima adecuado, y más fácil todavía de transportar, pues no requiere de una refrigeración especial -al contrario, las bajas temperaturas aceleran su deterioro- las sandías están presentes en todas las fruterías de Galicia y en algún que otro puesto ambulante o fijo que se suele instalar en lugares estratégicos durante su temporada, que suele ser desde el principio del verano hasta las primeras semanas del otoño.
Además de esas dos cualidades ya señaladas, la sandía tiene otras: un sabor agradable, fácil de comer y un altísimo contenido en agua: más del noventa por ciento de su peso.
La sandía es un fiel aliado para combatir la sed y al mismo tiempo saciar el estómago. Carece de la gracia de otras frutas más estilizadas, incluso de su parentesco, como sucede con el melón. En algunas zonas del centro y sur de España la llaman el melón de agua. Pero su popularidad, sobre todo en el mes de agosto que es cuando se encuentra en su mejor momento viene de muy antiguo. Póngase el lector en una fiesta o feria de hace seis décadas. Un día caluroso, con la mayor parte de las fuentes secas por el estío y sin tantos refrescos a la venta como hoy día. Un par de porciones de sandía y la sed desaparecía. Esa es su magia.
Para muchos, el mayor incordio de la sandía es su abundancia de pepitas. Tanto que de un par de décadas para aquí se popularizaron la s variedades sin semillas, de piel más clara y sabor más insípido. Pero he aquí que hace poco se ha descubierto que las semillas tienen fibras y minerales que las hacen especialmente atractivas desde el punto de vista nutritivo, aunque no dejan de resultar indigestas. Por sí misma, la pulpa ya tiene antioxidantes, vitaminas y propiedades que la convierten en un buen aliado para la salud, especialmente como diurético.
Las sandías llegaron a España con los árabes y a América, con los españoles. Hoy está extendida por todo el mundo, aclimatada a todos los hemisferios, con su sabor tan singular y su tamaño tan magnifico, que la convierte en la fruta comestible más grande.
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