João Dias: Camarero luso manejando el cotarro en Lobios desde 2008

LA NUEVA OURENSANÍA

En un no parar de ir y venir entre bar y restaurante, se ofrece João Dias, empujado por su jefe, a presentarnos su candidatura a ourensanía en Lobios, donde claramente es uno más, no obstante su origen luso.

La Nueva Ourensanía | João Dias | La Región

Mueren tres personas y un portugués”, saluda simpático el luso João Dias tras presentarle nuestras credenciales en el periódico, como comando ourensanía. Demasiado jóvenes para darnos por aludidas por tal titular, admitimos no obstante que en nuestra sección distinguimos a ourensanos de estirpe de los de nueva adquisición, pero con connotación positiva.

El humor marca nuestro encuentro con este soltero de oro de treinta y siete años, que vive en Lobios desde el 4 de junio de 2008. “Era un miércoles a 10,30”, concreta, “hay fechas que quedan para el recuerdo”, añade.

La Nueva Ourensanía | Joao Dias
La Nueva Ourensanía | Joao Dias | Miriam Blanco
Si se le pregunta por Lobios y sus moradores se muestra agradecido: síntome moi ben, a xente é moi boa”

Trabaja en el restaurante y hotel Lusitano desde entonces, los días libres se marcha a Paradamonte, a media hora en coche en el país vecino, donde tiene casa, madre y suponemos un porrón de amigos. Un hombre con una guadaña pasa a nuestro lado, saluda João con gracia, como no, levanta las cejas el vecino. “¡Hola Benito!, nos vos preocupedes que non é a morte”, espeta con retranca, nosotras venga a reírnos, el colega a lo suyo.

Si le preguntan por Lobios y sus moradores se muestra agradecido. “Séntome moi ben, a xente é moi boa”, admite. Recuerda un episodio en el que echando una pachanga se rompió el tiesto, y en tan solo minutos estaba el helicóptero, protección civil y medio pueblo al asilo.

Hostelería en Lobios

Siete y media de la mañana y João ya ronda el bar, para poner a punto la cafetería. “Ya tenía a un par pidiendo un aguardiente de hierbas y una cerveza”, comenta cómplice. “¿Queréis una galleta para mojar?”, gentil el portugués con los oriundos; en su día a día, siempre el chiste. De sus jefes dice cosas buenas, “son bos, non apretan, negociamos se hai algún partido de fútbol, e cóllome o día”, comenta.

Desde jovencito se dedicó a la hostelería, también en su país, tras tres meses en el sector inmobiliario. “No es lo mío”, admite. “En Portugal cobrábase moi pouco daquelas, un día reboteime, tras dous meses sen cobrar, e viñen á aventura”, rememora.

De sus jefes dice cosas buenas: “son bos, negociamos se hai algún partido de fútbol, e cóllome o día”

Aquí las comidas empiezan con los obreros y comerciales, “que coñeces de toda a vida, non precisas preguntar o que queren”, y siguen con el servicio de carta hasta las cinco. “Semana Santa, verano y en puentes festivos hai moito traballo”, concreta. Mezclamos João y servidora en la entrevista palabras de las lenguas cooficiales que van a venir de los de la Real Academia Galega a ponernos firmes, primamos que hay que estar cómodos con el entrevistado, “si estás a gusto mellor”, su lema en Lobios, así sea, relajemos esfínteres.

De sus gustos “lacón con grelos en inverno, bacallau a bras no verán”; de sus otros menesteres “son dj, pero agora só se pode poñer reguetón”, opina con pesadumbre. “Veñen as rapaciñas novas a pedirche as músicas do TikTok”, comenta. Podría ser varón codiciado, pero no quiere João andar a las mozas, “estase ben así”, sonríe.

Hombre de bocadillos fríos, se reconoce pésimo cocinero, al punto de tirar de los menús del restaurante para poder subsistir cada día. “¡Mellor que nada!”, exclama, de nuevo esa retranca continua. “Eu son camarero de restaurante”, puntualiza, así debería ser siempre, cada uno con sus talentos, no hay más que verle pasear el uniforme con brío, de esto que sientes al entrar que te tocó el que sabe cómo funciona el cotarro, y no te va a llegar el plato frío.

“Cada día ir a máis, traballar ben e quizás nalgún momento ter o meu propio negocio”, esboza João un objetivo. Clientela en Lobios y alrededores no le va a faltar, se nota que conoce bien la villa termal -“alá está a capilla de San Roque, esta é a igrexa de San Miguel”, señala en direcciones opuestas-, y que entre sus gentes es uno de los más queridos.

Contenido patrocinado

stats