La lucha de la nieta de un emigrante cántabro en México por ser española

FIN DEL ACCESO A LA NACIONALIDAD

El abuelo de Rosario, dejó su Cantabria natal con apenas 13 años. Con una mano delante y otra detrás y con el corazón roto por tener que dejar atrás a su familia , Daniel tomó rumbo hacia Veracruz. Tardó 50 años en volver a su Ontón natal, y lo hizo justo a tiempo de despedirse de su madre, Justa, para siempre.

Rosario con su petición de nacionalidad en plena pandemia
Rosario con su petición de nacionalidad en plena pandemia | La Región Internacional

Rosario Rigada fue una de las primeras nietas de emigrantes españoles en obtener la nacionalidad en 2023 gracias a la disposición adicional octava de la Ley de Memoria Democrática, que ha permitido a miles de descendientes excluidos acceder a la nacionalidad española en los últimos 3 años.

Esta nieta de un emigrante cántabro en México vio reconocidos sus derechos tras un largo camino y catorce años llenos de obstáculos burocráticos y legales, que implicó numerosas gestiones. Su caso se ha convertido en un símbolo para muchos descendientes de españoles que, como ella, habían quedado fuera de las diferentes leyes y están a la espera de conseguir la ansiada nacionalidad.

“Seguro que mi padre y mi abuelo comparten mi alegría allí donde estén porque para mí, y para todos los que llevamos tantos años luchando, ser español va mucho más allá de un papel o de un pasaporte. Es el reconocimiento a nuestros derechos de sangre, es un vínculo emocional, un sentimiento muy fuerte el que tenemos de pertenencia, que nos dejaron nuestros abuelos y padres incrustado en el corazón”.

Rosario durante una visita a España
Rosario durante una visita a España | La Región Internacional

Emoción, alegría y también orgullo de quien ha librado una larga batalla trascienden en cada palabra, en cada recuerdo del relato de Rosario Rigada y de cada uno de los hijos y nietos de españoles que en los últimos años han podido obtener la nacionalidad española o están aún en el proceso de hacerlo.

Daniel Rigada, el abuelo de Rosario, como tantos otros españoles nacidos a principios del siglo pasado, dejó su Cantabria natal con apenas 13 años. Con una mano delante y otra detrás y con el corazón roto por tener que dejar atrás a su familia y el temor a un futuro incierto, Daniel tomó rumbo hacia Veracruz. Tardó 50 años en volver a su Ontón natal, y lo hizo justo a tiempo de despedirse de Justa, su madre, para siempre.

“Después de mucho esfuerzo, mi abuelo volvió a emigrar con un grupo de chicos españoles al norte de México. Y tras superar miles de obstáculos pudo formar su propia familia y enviar las primeras remesas a Cantabria”, cuenta Rosario, quien considera que se habla poco y se reconoce menos la contribución que han hecho los emigrantes y sus descendientes a la economía española, en momentos en los que el país lo necesitaba.

Daniel Rigada, abuelo de Rosario en primer término
Daniel Rigada, abuelo de Rosario en primer término | La Región Internacional

“En mi familia fuimos educados en clubes españoles. Mis abuelos y mis padres nos enseñaron los valores, el amor a la cultura, a España, a las raíces. Ese legado lo consideramos propio: llevamos en el alma, en el corazón, en la piel, en todos lados el amor por España”, prosigue Rosario, quien no ha olvidado ni ha dejado un solo día de transmitir a sus propios hijos las historias que el abuelo Daniel le contaba de su infancia en Cantabria.

Sin embargo, ella, como tantos hijos y nietos de emigrantes, ha tenido que recorrer un largo camino para que sus derechos fueran reconocidos. En su caso han sido 14 años. “Iniciamos la lucha con la Ley de Memoria Histórica, que permitió a muchos descendientes acceder a la nacionalidad, pero otros muchos quedamos fuera. De los cuatro supuestos, el mío fue el de los nietos de abuelos obligados a nacionalizarse en el país de acogida”, recuerda, lo que provocaba situaciones rocambolescas dentro de una misma familia: hijos del mismo padre o del mismo abuelo —ya que las mujeres perdían la nacionalidad al casarse con un extranjero— eran españoles y otros no. “A nosotros nos ocurrió cuando viajábamos a España: entrábamos unos por la Aduana como extranjeros y otros como españoles. Yo no sabía qué decirles a mis hijos cuando me preguntaban: ¿por qué mis primos son españoles y nosotros no?”, lamenta aún hoy Rigada.

Rosario con sus hijos, que también han solicitado la nacionalidad española
Rosario con sus hijos, que también han solicitado la nacionalidad española | La Región Internacional

Miles de excluidos, liderados por Juan Manuel de Hoz y el grupo CeDEU, iniciaron una lucha que ha durado más de 15 años. Una senda difícil, llena de obstáculos, en la que desde el colectivo reconocen que ha habido de todo, pero sobre todo una gran insistencia por tratar de convencer a los partidos políticos de que sus reivindicaciones eran justas.

“Ya soy orgullosamente española. No podía dejar de llorar de la alegría cuando me dijeron que mi acta de nacionalidad estaba lista”, afirma emocionada Rosario para, a renglón seguido, asegurar que siempre se ha sentido española y también cántabra. “Mi plan, como la gran mayoría de descendientes de emigrantes que tenemos nuestras vidas hechas en nuestros países de nacimiento, y gracias a nuestros abuelos hemos podido prosperar y asentarnos, es ir tantas veces como podamos a pasar los veranos en Cantabria, que son maravillosos, algunas navidades y cuantas veces pueda a diferentes lugares de España. Amo a España, aunque mi preferida es Cantabria”, pero en ningún momento se plantea asentarse en el país de su abuelo.

Concluye esta mexicana y española a partes iguales señalando que “esta ley fue amplia, inclusiva y eficaz” y destacando su “eterno agradecimiento al PSOE por atender nuestras demandas”. “Ojalá que si hay un cambio de gobierno en España y se deroga la Ley de Memoria Democrática, al menos se respete su vigencia hasta 2024 y puedan acceder la mayor parte de descendientes posibles”.

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