El apagón y la teoría de la conspiración

Publicado: 04 may 2025 - 07:00

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Por unas horas nos hemos vuelto a hacer pequeños y vulnerables. Por unas horas nos hemos vuelto a dar cuenta de que de repente algo que no está en nuestras manos puede cambiar diametralmente nuestras vidas.

¿Quién lo podía pensar? Aparte de un buen guion para una película de catástrofes de sábado tarde, la idea de dejar sin energía eléctrica a todo un país resulta inconcebible.

Pero ¿cuál es la explicación a este hecho sin precedentes?

Un ciberataque, un fenómeno meteorológico, los rusos; parece que tardaremos tiempo en saberlo, si es que algún día se dignan a contárnoslo, o lo más difícil, si algún día se dignan a contarnos la verdad.

Yo, desde el absoluto desconocimiento técnico y con la osadía y libertad con la que escribo todos y cada uno de mis artículos tengo que lanzar algunas preguntas y, además mi propia teoría, pero para ello, empezaré dando algunos datos de los que cualquiera de nosotros puede disponer, al ser públicos.

Según Red Eléctrica, 2024 ha sido el tercer año consecutivo que el sistema eléctrico español cierra el ejercicio con un saldo exportador de 10 TWh (teravatio-hora), por sus intercambios internacionales. ¿Y cuánto es un teravatio? Un teravatio son 1.000 gigavatios. El pasado lunes, 28 de abril, España perdió 15 gigavatios en cinco segundos y se armó la marimorena. Mi primera pregunta es sencilla. ¿Cómo es posible que con un saldo exportador de 10.000 gigavatios se pueda paralizar un país por 15 gigavatios? Una respuesta, entre otras, habla del “balanceo” de las distintas fuentes energéticas, algo muy complejo que ninguno de nosotros, salvo expertos, podemos llegar a entender, pero que nunca antes había pasado en este país, cuando los medios de los que se dispone hoy, nada tienen que ver con los de antaño. Estoy seguro que existen medios técnicos capaces de “balancear” sin error. La teoría del balanceo, me cuesta digerirla, salvo que alguien me explique qué o quién y cómo se “balanceaba” hace 40 años.

Sigamos con los datos, que también corresponden a 2024, según Red Eléctrica, las energías renovables generaron el 56% del “mix” eléctrico español el año pasado. Pero, ¿qué es el mix eléctrico”? El mix eléctrico es la combinación de las diferentes fuentes de energía utilizadas para producir electricidad en un determinado territorio, por ejemplo, un país, por ejemplo, España. En definitiva, este “mix” se compone de cada uno de los tipos de energía utilizados para generar electricidad, entre ellas, la eólica, la solar, la nuclear, el carbón, el gas natural, la hidráulica, etc.

Un último dato, según la misma fuente, nuestro mix en 2024 estaría conformado en las tres primeras posiciones de un hipotético ranking, de la siguiente manera: 23% eólica, 19% nuclear y 17% fotovoltaica (dos renovables y la nuclear).

En las últimas semanas varias noticias en los distintos medios de comunicación del país nos llamaban poderosamente la atención: “precios de la luz en negativo”. Ante dicha lectura, traducción inmediata para un ignorante como yo, el mes que viene el recibo de luz no me lo cargan en mi cuenta bancaria, me lo abonan, es decir, me van pagar por gastar energía eléctrica y además cuanta más gaste, más me pagarán. La noticia además de impactante, daba mucho que pensar, pero echando la vista atrás me di cuenta de que cuando el euribor fue negativo, nadie me abonó intereses, dudo que nadie me vaya a pagar por gastar luz a discreción.

Bromas aparte, existe una explicación técnica que no es mía, sino de especialistas en la materia. Cuando sobra electricidad y no hay capacidad de almacenarla o exportarla, el mercado reacciona con precios cero o negativos para forzar el consumo y evitar la saturación de la red. Esto, más allá del efecto puntual en la factura, envía señales erráticas a los inversores y desincentiva la financiación de nuevos proyectos, especialmente aquellos necesarios para dar estabilidad al sistema, como el almacenamiento con baterías, el bombeo hidráulico o el desarrollo del hidrógeno verde.

Los precios demasiado bajos también ponen en aprietos la viabilidad de muchas instalaciones renovables ya en funcionamiento. Aunque sus costes de operación son muy reducidos, necesitan vender a precios razonables para amortizar las fuertes inversiones iniciales. Si los ingresos caen de forma sostenida, podrían producirse cierres anticipados o frenar la financiación de nuevos proyectos. La Asociación Empresarial Eólica ya ha alertado de que la falta de señales de mercado adecuadas podría “ralentizar drásticamente” la transición energética. Traducido a un idioma más de la calle: “que, para palmar pasta, que produzca energías renovables Rita”. Porque todos somos muy verdes y todos queremos abastecernos de energías renovables, pero quien se encarga de producirlas, quiere y debe obtener resultados positivos en sus cuentas de explotación o cuentas de pérdidas y ganancias (a ser posible, ganancias).

¿Quizás alguien (corporaciones, empresas o personas) al que le anduviesen jugando con “sus dineros” y que tuviese mucho poder podría tener algún interés en que se llegase a producir un apagón? No lo sé.

¿Quizás se busque transmitir el “peligro” que tienen las energías renovables, que pueden dar lugar a situaciones muy desagradables y ya de paso, denostarlas? No lo sé.

Quizás el sistema eléctrico español debe ser revisado, renegociado o lo que sea necesario, yo ni soy experto, ni lo pretendo. Pero si fuese un productor de energías renovables y a mayor producción, mayor pérdida, quizás solicitase cambiar las reglas del juego y si no llegasen a cambiarse, pues yo que sé, igual desaparecen 15 gigavatios en 5 segundos, es mucho, pero no tanto.

De todos modos, siempre que ocurre una catástrofe de este tipo, se pueden sacar muchas conclusiones positivas. Les contaré una de las que saqué el pasado lunes. Jóvenes universitarios en Madrid, Salamanca, Vigo, Sevilla, La Coruña, Barcelona, Santiago de Compostela y muchas otras ciudades de España, en la tarde noche del apagón llenaban las calles y terrazas de esas ciudades, mientras hablaban, cantaban y se reían. No había móviles. Durante las horas que estuvieron sin ellos me recordaron a lo que yo hacía en mis tiempos universitarios. Por una corta fracción de tiempo disfrutaron más de sus vidas reales que de las virtuales, y sinceramente, me sentí orgulloso de nuestra juventud, que para nada son tan distintos a los universitarios que nosotros fuimos.

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