Opinión

O Teixedal de Trevinca, ese bosque mágico

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photo_camera Vista de O Teixedal con el contraste del verdor del tejo con el follaje otoñal de álamos, abedules, carballos, castaños, acebos…

Conocía O Teixedal años después de alguna excursión desde Casaio al alto de Fonte da Cova para esquiar en aquellas pistas después de portar los esquíes monte arriba. O Teixedal nos sonaba a algo que por sacro, inalcanzable, y entonces nunca se planteaba su acceso por más que en sus inmediaciones se explotaban unas cuantas minas de hierro, y de la otra falda de la montaña, el wolframio de las mimas de Valborraz. Hoy el bosque, concurrido, y más con la entrada del otoño cuando alisos, castaños, acebos, abedules y otras especies caducifolias muestran el colorido de su marchitas hojas en contraste con el verdor intenso del tejo. Pero cualquier estación porque hoy mismo con los brezos de morado intenso ofrecen contraste diferente.

O Teixedal, de tan afamado, aparece muy publicitado en las redes sociales en vídeos, fotos o texto. Pero esa misma publicidad, o esta de hoy, acaso un peligroso enemigo a la hora de las concurrencias masivas que pueden alterar su hábitat, por lo que habría de pensarse en una futura regularización y protección especiales. 

De entre tanto como se ha escrito o filmado, yo me quedaría, para romper un poco, con ese vídeo de Cholo, escalador y montañero afincado en su Trisquel de Vilanova cuando hace la ruta desde sus lares, pasando por las minas de Vilanova, subiendo a la montaña, bajando al Hoyo Castaño, pasando por su minería y adentrándose en O Teixedal, marcha muy dura que ya no nos atrevemos a proponer y si la casi clásica circular. Cholo explica con sencillez todo su periplo y dan ganas de arrancarlo de su Trisquel para que nos acompañe en una expedición. Cualquier día lo haremos.


Itinerario de ida


Más daría de si este Teixedal  que lo contenido en una sola página. Antes de ponernos en marcha, recordar que mejor leer e ilustrarnos con ese libro que Eduardo Olano Gurriarán estuvo elaborando muchos años con repetidas incursiones en el bosque en compañía de su primo Elías y de José Félix Romero, el fotógrafo que ilustra, juntamente con el mismo autor y su hija, con magníficas fotos un exhaustivo trabajo en el que se emplearon muchas horas en todas las condiciones imaginables: de día, de noche, con niebla, o soleado y en diversas estaciones. Así se editó "El tejo y el Teixedal de Casaio".  

Una de las tantas rutas de la más de docena que se podrían emprender es ésta que me parece la más completa y que se inicia encima del pueblo de Casaio, en la ermita de San Xil Novo, que acaso levantada para recordar a su homónima de San Xil Vello, en plena montaña. Una cantera de pizarra. Inmensa. nos da la bienvenida; por entre ella pasamos siguiendo las indicaciones y la abandonamos por una pista térrea apta para todoterrenos que nos va acercando a las minas de wolframio de Valborraz, primero explotada por los belgas y luego por los nazis para lograr el mineral que servía para alear los cañones impidiendo que se calentaran  y dilataran. Tuvo la mina un nuevo resurgir allá por la guerra de Corea de los 50.  

Seguimos ya ascendiendo hacia el alto del Seixo que divide las crestas del Couto I y II, bajando la pista con pocos serpenteos hasta que en brusco giro da acceso a los valles del Foxo Castaño y de O Teixedal, pasando antes por las escombreras de la mina de Hierro, cuya galería veremos y por un terraplén donde han de extremarse las precauciones cuando conectamos con un paso que ya se convierte en sendero que por un par de kilómetros, el cual nos dejará en el corazón del Teixedal, visitable en cualquier estación, aunque más contrastado por el otoño.

Ya en el bosque el discurrir del regato de O Penedo, que divide los dos flancos de la ladera, pone su nota y el perdernos entre los centenarios tejos ("taxus baccata") salpicados entre otros muchos ejemplares de caducifolios.


Itinerario de vuelta


Desandaremos el sendero, la pista, y en menos de una hora viraremos a izquierda por otra que zigzaguea, hasta que se abandona, a derecha, por sendero que discurre por la occidental falda del Couto II; al paso, veremos en el fondo la ermita de San Xil Vello, que conviene visitar si hubiese tiempo. Retomaremos el camino, pasaremos por el mirador de A Pedra Fincada y nos sumergiremos en ese maremágnum de pistas entre escombreras con la vista al frente de Casaio, bajando hacia Romiña luego de pasado el rio Valborraz, que se une al San Xil para formar el rio Casaio, que desemboca en el Sil en el mismo Sobradelo. En Romiña varios caminos parten hacia la cima de donde salimos.

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