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Si algo quedó claro en este encuentro disputado en el Pazo fue que el partido ante Gipúzkoa Basket fue solamente un tropiezo. Desde el inicio, con todo el mundo conectado y sumando, el Morón no tuvo opción alguna en el marcador. De nuevo el Pazo disfrutó y Moody, Gill, Sergio Rodríguez o Martín Fernández se intercambiaron para liderar un partido donde nunca peligró la victoria. Decir eso en la actual Primera FEV ya es mucho, y en el COB se ha tornado habitual. Disfrutemos, porque el 5-1 con este baloncesto y esta tranquilidad no es lo habitual. El proyecto funciona y, este año, cada partido es fiesta para ver en la tele o en la grada. En la mejor LEB Oro (cuesta no llamarle así) en 20 años, el COB ya es temido. Y eso es mucho. Si quien esté leyendo no se ha abonado, no debería tardar. Aún se está a tiempo de unirse a un barco que marcha a toda vela.
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