Gonzalo Iglesias Sueiro
Emociones cautivas
Tal día como hoy
Es el día en el que los aliados de la Segunda Guerra Mundial aceptaron la rendición incondicional de la Alemania nazi y, por tanto, la derrota de las Potencias del Eje. Fue el 8 de mayo de 1945.
Por parte de los vencedores, el general Eisenhower firmó en Reims el Acta de Rendición Militar y, por parte de los vencidos, le tocó al mariscal Keitel firmar, lo hizo en la sede de la Unión Soviética en Berlín.
Europa respiraba aliviada, pero la guerra no había terminado aún. Como dijo el rey Jorge VI “el enemigo que llevó a toda Europa a la guerra, ha sido finalmente vencido. En Extremo Oriente aún tenemos que enfrentarnos a los japoneses, un enemigo decidido y cruel”
Se calcula que más de 80 millones de personas perdieron la vida durante aquellos años, es decir, más de un 2% de la población mundial
Las tropas aliadas siguieron luchando y a finales de mayo conquistaron Okinawa, última parada insular antes del territorio continental nipón.
Tras las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, Japón se rindió formalmente el 14 de agosto y se puso fin al conflicto.
No existe mucho consenso a la hora de celebrar este día en Europa, no podemos olvidar que, para millones de personas, el final de la guerra marcó el comienzo de una nueva y dolorosa era bajo el dominio soviético.
Se calcula que más de 80 millones de personas perdieron la vida durante aquellos años, es decir, más de un 2% de la población mundial. Y aunque el recuento de las víctimas ha sido siempre objeto de estudio y análisis, algunos investigadores incluso dan un número mayor: cifran el número de muertos en 100 millones.
Entre las víctimas mortales se contabilizan tanto a los combatientes como también, y principalmente, a la población civil, que fue una víctima más de la violencia provocada por los enfrentamientos armados, y sobre todo los bombardeos indiscriminados sobre las ciudades, muchas veces indefensas.
Además, como resultado de aquel terrible conflicto se llevaron a cabo violaciones masivas de los derechos humanos, siendo el máximo exponente de aquella barbarie el Holocausto
Væ victis es una expresión en latín que significa “¡Ay de los vencidos!” (también se usa para decir “dolor al conquistado”).
Según la obra Ab Urbe condita V,48 de Tito Livio, fue pronunciada por el jefe galo Breno que había sitiado y vencido a la ciudad de Roma.
Según dicha tradición, en 390 a. C., tras su victoria, Breno accedió a negociar su retirada de la ciudad mediante un rescate convenido por ambos lados combatientes.
Dicho rescate consistiría en un botín de mil libras romanas en oro (unos 327 kg).
¡Cuando los romanos percibieron que los galos habían amañado la balanza en que se pesaba el oro, protestaron ante su jefe Breno, quien se limitó a arrojar su espada para añadirla al peso de la balanza mientras decía “Vae victis!”.
La frase sobrevive hasta nuestros días, usándose para hacer notar la impotencia del vencido ante el vencedor, sobre todo en las negociaciones entre ambos.
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