Francisco Lorenzo Amil
TRIBUNA
Lotería y Navidad... como antaño
DEAMBULANDO
Me hallo en esos lugares de encuentro y socialización, que mejores hallarse no podrían, cuales los velatorios o tanatorios, que así nombrados por velarse al muerto que yace encapsulado en su caja y acristalado para alejarlo del contacto directo con deudos y amistades en esas a modo de capillas. Antes se velaban en casa, y hasta se veía al yacente difunto.
Ya no hay ferias que se conviertan en grandes parlatorios, ni casi tertulias cafetiles, ni asambleas donde se vaya a discrepar. Los velatorios se han convertido en lugares ideales para ver a amigos, aunque décadas sin saludarlos, los contactarás por azar en algún velatorio o posterior religioso oficio.
Y así que yendo al de un cuñado me encontré con conocidos y amigos hasta de la infancia, largo tiempo no quistos, que los otros por descontado que en continuo trato; entre aquello Nano, vecino del negocio de carro de bueyes de su padre, que nos subía carretera de Piñor arriba, que entonces de tierra y con coios como anunciando un cercano asfaltado que se demoró por décadas hasta la construcción del sanatorio de Piñor. Yendo montados, al paso lentísimo de los bueyes, antes de llegar a Cabeza de Vaca ya nos cansábamos y de apeo de carro corríamos cuesta abajo a ver quién llegaba antes a la tienda de A Pía, una de ultramarinos en la embocadura de la carretera de Celanova con la de Piñor, mientras el boyero y su hijo Nano seguían su camino, les cargaban cuatro pesados perpiaños que desembarcados formaban parte de las fachadas de una casa que mi padre iba erigiendo para dar cabida a una prole que numerosa se preveía. Nano mamó el oficio, se pasó al motor de explosión y donde antes bueyes o mulos para arrastrar carros del país y volquetes, ahora camionetas, y hasta explotó una cantera en Amoeiro.
Mientras de diálogo de uno a otro me saludo con Manolo Rapela, ese amigo de siempre, con Iago y Pedro Seara, el primero de escasos encuentros y menos el segundo.
Se me acerca un cuñado, Víctor, que fue cazador de piezas mayores, revertido en tan amante de los animales que capaz de dar de comer a unos lagartos amigos que a él acuden cada vez que comparece en un hoyo de golf. Este pariente tuvo, allá por La Mancha, una cigüeña casi amaestrada que paseaba con él por el campo, ojo a vizor para en cualquier charco zamparse una rana.
Y cierro en conversa a muchas bandas, como si en un trasiego de uno a otro
Con el industrial que fue de la venta de muebles, Luis de León, Sito, vecino, amigo de siempre que de charla con Ventura, el popularísimo ex-rallysta, que diarias partidas de tute o subastado con Sito y otros en el bar echa; Sito le está tentando para el ajedrez.
Con Amador Rego, cumplidor social do los halla, hablo sobre su fenecido pariente Adolfo Rego, del que mucho sabe, porque comunicación con él casi a diario tenía, aunque en A Ramallosa el finado centenario. Para datos de familias, ruas, edificios…pocos como él, y presto a facilitarlos desinteresadamente.
Continuando en el velatorio, me sorprende que Juan Carlos Rivas esté de cuerpo presente; a su esposa Luisa Suances acompañada de Maralis Rivera, y a sus dos hijas, les recordaba que había conocido en la infancia a su padre cuando viajábamos en el techo con bancos en la baca de aquellos ruidosos autocares, llamados por entonces coches de línea, que nos llevaban por todo el Ourense provincial, organizados por Posío Arte y Letras, y que eran un compendio itinerante del saber entre castros, monasterios, iglesias y castillos, con Xocas, Risco, Ferro, como eximios portavoces. Rivas, después, fue ese reconocido arqueólogo de nuestra cultura con publicaciones editadas por el Boletín Auriense, amén de unos cuantos libros; Juan me regaló uno documentado sobre los portos aurienses que aumentaban, obviamente, su actividad, sobre todo cuando por el embate de las aguas del Miño se caía a Ponte Vella o Romana, ya en Os Remedios, el Portus Auriensis, o más arriba, el Portovello, con unas barcazas que pasaban hombres, mercancías y ganado.
Y cierro en conversa a muchas bandas, como si en un trasiego de uno a otro.
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