Manuel Orío
RECORTES
Las tabillas de San Lázaro
Cada vez que, con su habitual cinismo, Pedro Sánchez se dirige a la nación parece que piensa que los españoles somos aquella masa de bóvidos que dijera Ortega. Pero esta vez este “hombre de principios” se supera. Hace dos semanas su vicepresidenta y responsable de asuntos económicos, señora Montero, nos decía que ni estaba en los planes del Gobierno, ni era posible ni realizable la cesión del cien por cien de los impuestos a Cataluña. Y, como ocurriera con la amnistía, se obra el milagro. Y ahora resulta que es bueno y necesario al interés general y camino de la “federalización”. ¿Y dónde se ha debatido eso, en qué órgano del partido que sigue usando las siglas PSOE se ha establecido y aprobado?
Sánchez miente, sabe que miente, sabemos que miente y sabe que sabemos que miente; este hombre que dijo desde la tribuna del Congreso que, si para llegar a la Moncloa tuviera que elegir entre pactar con ERC y sus principios, elegiría sus principios. Que son variables, como los de Groucho Marx. Como dijo Churchill, el drama no es que existan tipos como éste, sino que tenga seguidores. Cuando habla, sin duda se refiere a ellos. Si hasta su boletín oficial, según el fundador del periódico que ahora cumple esa función, lo critica levemente y recuerda que la recuperación económica se debe al impacto de los fondos europeos, y pasa por encima de la realidad de los efectos sobre el conjunto de la nación de esta nueva cesión a Cataluña. A precio tasado, claro.
Salvo dos excepciones, entre las que no está el pobriño Besteiro, el resto del PSOE traga lo que Sánchez dice
Se lo advirtió Artur Mas a Rajoy cuando éste le negó un pacto fiscal semejante al régimen de que disfrutan el País Vasco y Navarra, que tiene otro marco histórico: “Ahora atente a las consecuencias”. Y con un primer referéndum ilegal comenzó el “procès”, gracias a que antes Zapatero había retirado del Código Penal que convocar tales consultas fuera delito. Ahora se va a consumar lo que Mas planteó, pero ampliado en una sucesión de victorias sucesivas sobre el Estado, indultos, reforma del Código Penal a la medida, amnistía, etc. En suma, como dice González, el Estado pide perdón al independentismo victorioso. Y, salvo dos excepciones, entre las que no está el pobriño Besteiro, el resto del PSOE traga lo que Sánchez dice. Y ERC pregona que es un paso más para la futura independencia.
El Estado moderno se caracteriza por la uniformidad fiscal; es decir, que todos los ciudadanos contribuyan conforme a sus rentas, en la proporción adecuada, residan donde residan, al sostenimiento de la carga del Estado, sin privilegios ni distinciones ni vestigios de fueros medievales o cosa parecida. Los primeros análisis solventes sobre las consecuencias de ceder a Cataluña el cien por ciento de los impuestos, incluido el IVA, tiene un efecto en cadena que dinamita la solidaridad interregional, ya bastante tocada, y provoca diversos efectos negativos para el resto de los territorios y otro de carácter que cargará el peso económico sobre otros que acrecentará los problemas de financiación, con el riesgo de que incrementará el fraude fiscal por los problemas para compartir información y por fragmentar una base de datos única y creará de facto las estructuras paralelas necesarias para una auténtica independencia.
Medidas como las que ERC presume de haber impuesto al Estado, en manos de Sánchez y sus consocios tienen tal alcance que exigirán una reforma de la LOFCA, y hasta pudiera que de la propia Constitución, como explica el catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de Santiago de Compostela César García Novoa: “Crear un concierto para Cataluña, copiado de los territorios vascos y foral de Navarra, es complicado, porque en estos casos hay una referencia expresa en la Constitución, con un régimen especial”. El asunto requeriría que quitar a Cataluña del régimen común (aquella famosa “asimetría” que Maragall propusiera a Zapatero) se aprobara mediante una ley orgánica y a ver cómo explican una medida que dinamita el principio de solidaridad constitucional, porque el costo final de este cambio recaerá sobre las comunidades menos dotadas económicamente. Solo quedarían la Comunidad de Madrid y Baleares como contribuyentes netas y las otras comunidades pasarían a cubrir el espacio que dejaría Cataluña. O sea, un total despropósito. Y mientras Sánchez se propone desconfigurar la equidad fiscal entre los españoles, para seguir en el poder él y sus delegados.
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