Benito Iglesias
La ministra y la quimera de la vivienda asequible
No querrán que salga algún fantasma”, decía el mensaje con fotografía aclaratoria en cola. En la imagen de un cartel en el cementerio de León aparecía la prohibición de sacar fotografías, pasear perros y montar en bicicleta. “O lo han puesto por ti, pero cuando ya no hay peligro”, siguió la coña un colega de la pachanga de los jueves con buen pie para centrar columnas y memoria fotográfica. “Ya puedes ir borrando las fotos del cementerio de las redes”.
Él no estaba de duelo, sino con familia lejana de visita. Cerró el cruce de mensajes con los emoticonos del guiño y la carcajada al recibir efusiva gratitud por el detalle en el lugar en el que afloran los recuerdos. Y ya van casi dos años desde la última pared.
La prohibición va por parroquias, según la sensibilidad de la corporación municipal o la promoción que se le quiera dar
La normativa es más fresca que la mayoría de las flores. La tarde cae en el camposanto de León en Puente Castro con una luz celestial. Durante los años de vida a 800 metros fueron habituales los paseos entre nichos y tumbas, incluso antes de tener motivo. En bicicleta los días más fríos de invierno y nunca faltó esa luz para aumentar el archivo.
La prohibición va por parroquias, según la sensibilidad de la corporación municipal o la promoción que se le quiera dar. El cementerio de San Amaro en A Coruña disfruta de imponentes vistas al mar. Es tan bonito que un vecino del barrio le planteó a su pareja hacer el reportaje fotográfico de la boda en el corredor principal. La idea de innegable estética macabra no tuvo éxito. “ Y así lo celebramos con los abuelos”, le decía creyendo que ablandaría la negativa rotunda. Para morirse. Por el permiso no tendría que dar vueltas ni tirar de hilos. Una placa en la entrada principal anuncia que San Amaro pertenece a la ruta cultural europea de cementerios y el turista es un ente habitual colgado de una cámara.
La prohibición de tomar imágenes en León habrá complicado el curro de los que atienden el camposanto. Difícil discernir si un visitante le está fotografiando una lápida para subir a las redes sociales porque le ha caído simpática o acaba de depositar unas flores y quiere compartir el momento con la familia. O certificar que se ha hecho el recado, como el colega de visita con parientes lejanos al lugar en el que se espera por el más allá.
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