Jenaro Castro
TRAZADO HORIZONTAL
Abono único del embuste
RECORTES
Los franceses siempre han sido muy conscientes de su propia grandeza y han mostrado su amor por la patria y su respeto profundo a la tricolor por la vía de considerarse más hermosos, valerosos e inteligentes que todos los demás. Ahora que las cosas les van considerablemente peor, a Francia le están flojeando las piernas y los jefes de Gobierno les duran meses –el último, monsieur Lecornu, no contento con dimitir ha vuelto a intentarlo y en ello está- han de redoblar sus esfuerzos para aparentar que no les pasa nada y que las crisis solo le ocurren a los demás, especialmente a los españoles a los que ahora van teniendo más en cuenta que cuando convertían aposta y con su campanuda afirmación permanente de autoridad y dominio, su territorio al otro lado de la frontera en santuario de los terroristas de ETA.
Lo de nuestras relaciones con los franceses ha ido en clave de dientes de sierra aproximadamente desde que Napoleón engañó a Fernando VII y luego la Francia vino en su ayuda con los Cien Mil hijos de San Luis. Nuestra guerra civil y Franco enchulecieron la cosa y más tarde llegaron los presidentes de la República que nos tenían por tontos y daban albergue a los etarras, y les faltó poner a la judicial a su disposición hasta que les mataron el primer gendarme y la cosa cambió del todo.
El fútbol, eso sí nos ha acercado mucho y en España están jugando muchos franceses y muy buenos de modo que se podría hacer una selección francesa del máximo nivel con los futbolistas que hoy juegan en nuestra liga lo que estoy seguro les suministra a nuestros vecinos emociones contradictorias. Al Madrid, los franceses siempre le han salido de oro, desde Makele a Zidane o Benzema, y los de ahora especialmente Mbappé que mete todos los goles. Pero si bien son un orgullo nacional, las cosas como son, Francia no es lo que era y ahora les asaltan el Louvre y se llevan las joyas de la Corona entre ella una diadema de la emperatriz Eugenia de Montijo, la esposa español de Napoleón III que, tras la derrota de su esposo ante Bismark hubo de salir huyendo del país de tapadillo en el yate de su dentista que era inglés. El mundo está pendiente de este suceso. Yo sospecho que la mitad de ese botín se lo llevó a Francia el rey José que no dejó ni las escarpias de las paredes.
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