Galicia, el refugio del emérito

Publicado: 13 jul 2024 - 01:40

Juan Carlos de Borbón no tardará en adquirir la condición de gallego adoptivo, si no la ostenta ya. Va por su quinta estancia en Sanxenxo en poco más de medio año. También esta vez acude con la excusa de participar en las regatas. Regatear a vela es su deporte favorito y prácticamente el único que puede seguir practicando por sus limitaciones de movilidad. A él se consagra con pasión tanto en los entrenamientos como en las competiciones en las que participa a los mandos del Bribón. Su presencia en la capital turística de las Rías Baixas ya apenas levanta expectación. Se ha convertido en un asiduo de los restaurantes de la zona, incluso de Vigo, donde se deja ver y fotografiar. Y saluda a unos y otros con absoluta normalidad y sin temor a ser incomodado, a diferencia de lo que podría sucederle -y a veces le sucede- en otros lugares del país sobre el que reinó cerca de cuarenta años y del que tuvo que irse en el fragor de los escándalos que envolvían su vida privada y sus negocios.

El rey emérito ha convertido la casa de su amigo Pedro Campos en el campamento base de la mayoría de sus visitas a España

El rey emérito ha convertido la casa de su amigo Pedro Campos en el campamento base de la mayoría de sus visitas a España. Desde allí se desplaza para atender obligaciones personales o compromisos. Pero siempre vuelve a lo que para él es su hogar español, su refugio, el lugar donde se siente como en casa. Juan Carlos convoca en Sanxenxo a sus amigos más cercanos para desarrollar actividades que las más de las veces no trascienden, precisamente porque al convertirse en habituales se acaban normalizando y dejan de ser noticia. Aun así, las imágenes del exmonarca en ese entorno encuentran hueco en los informativos de televisión, en la prensa y en las revistas de la “socialité”, con lo que ello supone de promoción gratuita de uno de los enclaves con mayor atractivo turístico de Galicia.

Los juancarlistas, que aún quedan a pesar de los pesares, parecen convencidos de que el ex jefe del Estado no tardará en regresar definitivamente a España de su “exilio” voluntario en los Emiratos Árabes. No hay impedimento legal para que así sea. No tiene cuentas pendientes con la Justicia (otra cosa es con la historia). Y, por razón de edad, el tiempo empieza a apremiar. Se especula con que hay preparativos muy avanzados de cara ese retorno. Los que dicen estar mejor informados aseguran que el emérito fijará su residencia en Madrid. Otros en cambio no descartan que decida vivir sus últimos años en un lugar alejado de la Villa y Corte y del entorno de la Casa del Rey para no robar foco a don Felipe y a su familia. Para no incordiar. También para pasar lo más desapercibido posible por su propio bien y el de la monarquía como institución.

Ahí es donde encaja la opción gallega. Juan Carlos asegura sentirse muy a gusto cuando está en Galicia y cerca del mar. Se lo ha dicho a quienes pasan muchas horas con él. No hay por qué descartar que a la vuelta de Catar se instale en el mismo entorno que ahora frecuenta. En ese caso, lo suyo sería optar por una residencia propia, dotada del personal y los medios materiales necesarios para llevar una existencia tranquila, sin apenas vida social, a no ser la derivada de su afición a los deportes de mar. Probablemente Zarzuela, no sólo no pondría ningún impedimento, sino que alentaría esa opción en la medida en que vendría a dar satisfacción a los deseos del emérito sin perjudicar los intereses de la Corona. También para la imagen Galicia sería beneficiosa. No sólo en el ámbito de la promoción turística (por aquello de que aquí te puedes sentir como un rey). Al menos el presidente Rueda lo tiene muy claro.

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