Grita libertad

La isla de las corrupciones, o la última del 8M, son simplemente dos vídeos más, realizados con inteligencia artificial, en los que se parodia a distintos políticos, en este caso de Podemos. Algo aparentemente jocoso e inocente.

Pero, ¿son realmente tan inocuos estos vídeos? La verdad es que, analizándolo en profundidad, tienen más peligro que un repartidor de pizza en moto por dirección prohibida, porque la conclusión final es que erosionan la información y socavan la verdad.

De manera hilarante, estos videos circulan por las redes sociales y por canales de mensajería, saltando entre risas de un teléfono a otro. Sin embargo, ese hecho es lo que los convierte en peligrosos, tanto por lo esmerado de su ejecución como porque, a fuerza de verlos, se acaban convirtiendo en un material gráfico más, que se incorpora al día a día, poco menos que haciendo callo.

Se encuentra uno de los más peligrosos defectos del pueblo español, una flaca memoria que le hace olvidar en breve acontecimientos demasiado importantes

El origen del conflicto se halla en dos pilares esenciales. Por un lado lo impecable de su ejecución que, con ayuda de la inteligencia artificial, llega a parecer tan real como la realidad misma. Por otro lado se encuentra uno de los más peligrosos defectos del pueblo español, una flaca memoria que le hace olvidar en breve acontecimientos demasiado importantes.

El caso es que, con el devenir del tiempo, no hace falta que transcurran más de dos o tres años para que la gente olvide, tanto estas breves obras humorísticas, como la razón que las impulsaron. Ahí está la clave del riesgo que más de uno, al volver a verlas pasado el tiempo, en lugar de en clave de humor, las interprete como acontecimientos pasados, para llegar un momento en el que va a ser imposible distinguir el culo de las témporas o la paja del grano.

De este modo, estas aparentemente inocentes filmaciones, pueden acabar por desarrollar un daño mayor a cualquier máquina del fango, o trituradora de carne para fabricar bulos en medio de tanto chorizo, con una guerra sucia de intoxicación desinformativa.

La cuestión no es en absoluto baladí, porque permitirá que en un futuro se pueda poner en cuestión cualquier noticia ante la duda que pueda generar su autenticidad, y esta es precisamente la manera más brutal de acabar con la información veraz, el derecho a recibirla, y, como consecuencia, con la libertad de prensa, dejando a los ciudadanos a merced de aquellos facinerosos que, enquistándose en el poder, reman a dos aguas para lucrarse del ejercicio del cargo público, mientras engañan al respetable distrayéndolo con locuciones que entran dentro del más perverso uso de los medios de comunicación.

Ante esta situación, lo único sensato es vigilar el uso de la inteligencia artificial y el abuso que los políticos hacen de los medios, pero, sobre todo, buscar la manera de formarse, no importa la edad, porque es la única tabla de salvación a la que podrá aferrarse el ciudadano.

Es ahí donde se aprecia realmente la voluntad de un gobierno, cuando busca que los ciudadanos adquieran conocimiento -exhortando todo adoctrinamiento- para que sean realmente libres, o cuando se esfuerzan en colocarles un velo ante los ojos para mantenerlos aborregados.

De la ciudadanía depende el futuro que toque vivir por la actitud que tome. Las bibliotecas públicas están abiertas y son de acceso gratuito. Leer, pensar, intercambiar ideas, es lo que aparta al ser humano de las cavernas. Porque como postuló el primer presidente de Estados Unidos, George Washington, si nos quitan la libertad de expresión nos quedamos mudos y silenciosos, y nos pueden guiar como ovejas al matadero.