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TRIBUNA
En la consulta del médico de familia tienen cabida muchas cuestiones, desde las palpitaciones cardíacas, pasando por los crujidos de las articulaciones, las toses y los estornudos, hasta el insomnio causante de las noches de blanco satén y en vela. Pero existe un territorio totémico, tabú, del que apenas se habla: la sexualidad. Es un silencio de camilla, un gran elefante invisible acomodado entre el médico y el paciente, mientras ambos fingen no verlo.
En la última Conferencia Mundial de Médicos de Familia, celebrada en Lisboa, un abarrotado taller sobre comunicación en medicina sexual tuvo que dejar gente fuera. Doscientos profesionales llenaron la sala para escuchar al doctor Watcharaphol A. Kamnerdsiri, un médico de familia de Bruselas, que concibe el sexo como un tema de debate profesional. Su mensaje fue tan simple como revolucionario: el bienestar sexual es salud, y la salud no es completa si no incluye al deseo. Este galeno belga es buen conocedor de las resistencias a sus propuestas.
En cada rincón de esta pequeña motita azul donde habitamos, las mujeres suelen durar más
En su consulta multicultural ha visto cómo la vergüenza habla en todas las lenguas. Los hombres callan por pudor, las mujeres por miedo a ser juzgadas, y los médicos por no saber qué y cómo preguntar. Los datos generales así lo confirman: casi la mitad de los médicos de cabecera europeos evita hablar de sexualidad incluso cuando el problema está ahí, llamando a la puerta de sus consultas. Los sonidos del silencio nunca son inocentes. Cuando el médico no pregunta y el paciente no se atreve a responder, la salud renquea. Una sequedad vaginal se despacha como cosas de la edad, una pérdida de deseo se atribuye al estrés, un dolor genital persistente se oculta bajo otros diagnósticos más cómodos. Y mientras tanto, la parte más íntima del ser humano se convierte en tierra de nadie.
Kamnerdsiri propone algo tan sencillo como humano: hablar. Este doctor lo resume con ironía: El cerebro es el órgano sexual más importante
Kamnerdsiri propone algo tan sencillo como humano: hablar. Este doctor lo resume con ironía: El cerebro es el órgano sexual más importante. La sexualidad son emociones, identidad, historia y cultura. Y cuando algo se ignora, se deteriroa la imagen que tenemos de nosotros mismos. Quizás ha llegado el momento de que en las consultas médicas el silencio deje de ser un síntoma. Que se pregunte sin sonrojo se responda sin culpa. Porque hablar de sexo no es una frivolidad, es una forma de cuidar la vida.
Y tal vez, como sostiene Aloysius, la próxima revolución médica no será tecnológica, sino aprender a hablar del deseo.
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