Sergio Otamendi
CRÓNICA INTERNACIONAL
Dos éxitos o dos fracasos
CRÓNICA PERSONAL
Se lo advirtió Miriam Nogueras a Pedro Sánchez en la sesión de control del pasado miércoles: el presidente estaba promoviendo el cambio de hora, pero lo que debía preocuparle era que Junts creía llegada la hora del cambio.
La hora del cambio por tanto tendrá menos enjundia de la parece. Sin los 7 votos de Junts, Pedro Sánchez no podrá aprobar ningún proyecto
Puigdemont estaba decidido a cumplir su amenaza, dejar de apoyar a un presidente que, explicaba Nogueras, no cumplía sus promesas. Junts anunciaba así que daba por roto el llamado Acuerdo de Bruselas al que había llegado Puigdemont con los enviados de Pedro Sánchez: Zapatero, Santos Cerdán y un mediador polaco. Hoy, la ruptura es un hecho y parece que es irreversible. Moncloa no le da importancia, o tanta importancia, y lanza el mensaje de que la única ruptura que podría sufrir el Gobierno es la que afectaría a la coalición con Sumar.
Por cierto, el digital El Confidencial publica que PSOE y Sumar están dando vueltas a la posibilidad de presentar listas conjuntas al Congreso en una treintena de provincias en las que el PP sale favorecido por la aplicación de la Ley D´ Hont. De confirmarse, ya puede Feijóo sacarse alguna fórmula de la manga si quiere ser presidente de Gobierno. Por muy mal que esté el PSOE, y peor todavía Sumar, un acuerdo electoral entre los dos partidos incrementaría sensiblemente su número de votos y de escaños.
Se ha cumplido lo que avanzaban los dirigentes de Junts. De la reunión de Perpiñán ha salido lo que quería Puigdemont, el fin del apoyo a Pedro Sánchez, que deberán respaldar los militantes en una consulta, aunque se da por hecho. No es especialmente grave, hace meses que Junts ha provocado los nervios del sanchismo al llevar al límite las negociaciones con el Gobierno para darles su respaldo en el Congreso, y en varias ocasiones esas negociaciones no han dado fruto y los independentistas catalanes han votado en contra de las iniciativas parlamentarias del gobierno. Sánchez hace tiempo que declaró que se podía gobernar al margen del parlamento y lo está haciendo, pero su descrédito es creciente precisamente por esa actitud tan abiertamente antidemocrática.
En Junts tampoco corren buenos tiempos. Aparte de las deserciones de los últimos meses, un sector del partido, con Turull a la cabeza -brazo derecho de Puigdemont- no está muy conforme con la decisión. Que llega acompañada de un anexo: el fin del apoyo a Sánchez no significa que apoyarían una moción de censura promovida por PP y Vox. En ningún caso irían nunca de la mano de Vox. La hora del cambio por tanto tendrá menos enjundia de la parece. Sin los 7 votos de Junts, Pedro Sánchez no podrá aprobar ningún proyecto, pero está claro que ya ni le preocupa que sus iniciativas queden ar bloqueadas; ni siquiera la tan traída y llevada reforma del acceso a la Justicia que apadrina Bolaños. Lo único que importa a Sánchez es mantenerse. Y si eso significa que no puede aprobar ninguna ley … pues no se aprueba. Lleva tres años sin presupuestos, la ley más importante de un gobierno, y ahí sigue.
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