Opinión

Galicia se la juega con el Corredor Atlántico

Ha pasado menos de una semana desde una cuidada puesta en escena del Corredor Atlántico en Galicia y el Corredor Mediterráneo ha movido ficha. Puede ser que el enfrentamiento entre ambos corredores de transportes no tenga sentido, pero sí la competencia.

El Corredor Mediterráneo va por delante en ejecución de las obras, pero desde el Gobierno se ha dado un paso importante al equiparar este año los presupuestos de ambos corredores.

En el Mediterráneo –léase Cataluña y Comunidad Valenciana, entre otras– no lo acaban de digerir y desde su empresariado han creado un lobby de presión que centra sus actuaciones en denunciar el retraso de las obras, preferentemente ferroviarias. Al anuncio de una declaración institucional de los presidentes de Galicia, Asturias y Castilla y León –coincidente con el nombramiento de un Comisionado del Corredor Atlántico por parte del Gobierno de España–, desde el Mediterráneo han respondido con el anuncio de un gran acto reivindicativo en Madrid.

Hay una diferencia entre las estrategias de defensa y promoción de ambos corredores: la del Atlántico tiene un claro componente institucional y político, respaldado por el empresariado, mientras que la del Mediterráneo tiene un claro liderazgo empresarial, con apoyo político.

Se repite también en este caso algo que se aprecia entre el Círculo de Economía de Barcelona y el Foro Económico de Galicia: en el primer caso, todos los grandes empresarios catalanes –no sus ejecutivos– se implican personalmente; en el segundo hay un empresario que lo da todo y más, Emilio Pérez Nieto, pero se echa de menos la implicación personal de otros grandes empresarios de Galicia, si bien hay notables excepciones como las de Manuel Gómez Franqueira, Manuel Rodríguez –Manolo Rodman–, Víctor Nogueira o Jesús Alonso. 

Con el Corredor Atlántico existe el riesgo de que se repita la historia, cuando resulta que en la otra fachada marítima puede que tengan grandes ciudades y abundantes industrias, pero no tantos empresarios milmillonarios como tiene Galicia, ni del mismo nivel.

Es importante poner esto encima de la mesa porque es mucho lo que está en juego. Y este juego va más de economía –y empresa– que de política, por mucho que la política sea a menudo un vector resultante de todo lo anterior.

Alfonso Rueda ha dado su primer gran paso como presidente de la Xunta al liderar el Corredor Atlántico, con el apoyo de los presidentes de Asturias, socialista, y de Castilla y León, popular. Se ha encontrado con que el BNG se ha sumado a su manera –asunto no menor– y con que el ahora difuminado PSOE gallego al menos en esto no está dividido.

¿Qué falta aquí? Al menos dos cosas: una, que el Comisionado del Gobierno, próximo a todo lo que se mueve en Barcelona, se ponga la camiseta del equipo por el que ha fichado y presente pronto un plan director, y dos, que Alfonso Rueda logre implicar a empresarios gallegos que si levantan el dedo nadie mire a la luna.

Hay cosas que no están –hoy– al alcance de Galicia, como improvisar un Silicon Valley, pero hay otras que sí lo están: saber plantarse en Madrid y en Bruselas con sus grandes empresarios. No con sus CEOS, sino con los jefes. Si Galicia quiere sacar adelante un proyecto que definirá su futuro –léase Corredor Atlántico– debe saber cómo se la juegan valencianos y catalanes, que, por cierto, lo hacen muy bien. 

@J_L_Gomez

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