De Maratón a Vasaloppet

Publicado: 08 jun 2025 - 05:35

Momento previo a la salida de la Vasaloppet.
Momento previo a la salida de la Vasaloppet.

Diez años antes de que Jerjes estuviese a punto de llevarse un buen revolcón en las Termópilas que frenase sus pretensiones de llegar hasta Atenas, su padre Darío ya intentó conquistarla al mando de un ejército persa mucho más numeroso que el griego. Sucedió en Maratón en la resolución de la primera guerra médica y fue precisamente allí donde nació el mito de Filípides.

Los hemeródromos eran mensajeros que, hasta arriba del dopaje de la época conocido como el “semen de Hércules”, cubrían enormes distancias para transmitir mensajes entre las polis. Dice Heródoto que Filípides fue enviado a Esparta desde Maratón, ida y vuelta, para pedir ayuda a los lacedemonios, pero la distancia sería de 500 kilómetros. Luciano de Samóstata decidió más tarde que el recadero pasase a la historia con una distancia más discreta como los 42 que separan Maratón de Atenas y que, tras decir aquello de “Nenikékamen” -hemos vencido-, exhalase su último aliento.

Desde 1922, una caterva de personas se lanza cada marzo a completar los 90 kilómetros que hay entre Mora y Sälen

Se podría decir que Filípides es el primer bautista del deporte, gestando con su proeza el origen de la maratón, pero no fue el único. Al poco de desperezarse el oscurantismo de la Edad Media, pero con más taquígrafos que en los tiempos presocráticos, el pueblo sueco siente un arrebato independentista y se rebela ante el rey danés Cristián II que concentra en su persona las tres monarquías nórdicas. La familia Vasa es una de las más díscolas y uno de sus hijos, Gustavo, toma partida en la batalla que ganan los independentistas. El rey danés capitula pero pide como rehenes a los cinco mejores hombres suecos que liberará tras su marcha. Gustavo es uno de ellos, vive una emboscada y es encarcelado en la tierra hostil de Dinamarca.

Consigue huir de la prisión y comienza a llamar puerta por puerta como si fuese William Wallace para reclutar soldados y clamar venganza. Razones no le faltan. Su familia ha sido masacrada en el baño de sangre de Estocolmo. Pero predica en el desierto. Los campesinos esquivan los jaleos y prefieren no mover los marcos. Incluso la ciudad de Mora, conocida por su belicosidad, pasa palabra. Gustavo no sacia su sed de justicia y debe seguir escapando hacia Noruega. En su ausencia, el terror danés despierta a los suecos, que advierten su fatal error y rezan a Odín para que Gustavo no se haya ido muy lejos. Dos de sus mejores esquiadores, Lars y Engelbrekt, salen en su busca en una carrera vertiginosa por la nieve. Lo localizan en Sälen y le prometen luchar bajo su espada. El resto es la historia que se estudia en los libros. Gustavo vuelve, vence a Cristián y Suecia alcanza la independencia por estas fechas: el 6 de junio de 1523.

Desde 1922, una caterva de personas se lanza cada marzo a completar los 90 kilómetros que hay entre Mora y Sälen. Es la Vasaloppet, una carrera celebérrima de esquí de fondo que honra, un quincentenario después, la hazaña de los esquiadores que siguieron el rastro de su salvador. Gustavo Vasa quería un pueblo libre, pero en la preliminar renuncia de los suecos al motín se encontraba un premio aún mayor. El de un pueblo libre y fuerte que enaltece su cultura a través del deporte.

@jesusprietodeportes

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