José Luis Fernández Carnicero
DESCUBRINDO A BIBLIA EN OURENSE
O mellor Nadal
Le tengo una gran simpatía a la provincia de Tarragona, porque en su capital vi, por vez primera vez, el mar; muchos de mis amigos tienen apartamentos y villas en la zona, y, como zaragozano y amante del Ebro, me gusta ver ese delta majestuoso del río que los romanos llamaron iberus.
No hace mucho, un amigo mío, decidió vender un apartamento que tenía en un lugar de la costa tarraconense, harto de que el resumen de las actas de la comunidad de propietarios de la urbanización, las recibiera en alemán, inglés y catalán, siendo el 50% de los propietarios, castellano-hablantes. Su reclamación fue siempre despreciada y, un día, visitó el apartamento de un amigo, costa abajo, en la provincia de Castellón, le gustó el lugar, y comprobó que no tendría que aprender ningún otro idioma, y que el suyo le bastaría para entender lo que sucedía en las reuniones.
Y habrá que hacer altas inversiones, de las que no puede hacerse cargo la Generalitat, por su altísimo coste, y las pagaremos los españoles que no sabemos catalán, y que nunca podremos aspirar al alto honor de ser electricista en el ayuntamiento de Amposta
Lo último ha sido que, el municipio de Amposta, necesita electricistas, y para aspirar a las plazas se exige, no sólo conocer en un alto nivel el idioma catalán, sino una correcta pronunciación, donde serán rechazados los que no pronuncien las “elles” y suavicen las “ces” en eses, cosa que hacen los habitantes de Andalucía, y los cerca de 500 millones de habitantes, que nacieron en algún país de América del Sur. Se avisa, pues, que ningún electricista de esa procedencia podrá aspirar a ocupar una plaza como tal en el municipio de Amposta.
Amposta produce unas 135.000 toneladas de arroz, y 61.000 personas viven de su cultivo y comercialización. Ni los países a los que se exporta ese arroz, ni los españoles que lo consumimos aquí, tenemos curiosidad por saber si esas 61.000 personas pronuncian las elles o suavizan las ces, o hablan en catalán o en castellano. Pero las tonterías suelen contagiarse con tanta facilidad como las bacterias y, si los compradores de arroz se ponen tiquismiquis y empiezan a rechazar el arroz que venga del Delta, podría nacer un problema.
Además, el Delta del Ebro está en peligro, porque el mar sigue subiendo de nivel. Y habrá que hacer altas inversiones, de las que no puede hacerse cargo la Generalitat, por su altísimo coste, y las pagaremos los españoles que no sabemos catalán, y que nunca podremos aspirar al alto honor de ser electricista en el ayuntamiento de Amposta, conocido ya en toda España por esa exigencia a los electricistas que no es corriente. Ni continua, ni alterna.
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