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Por qué España y Europa deben repensar sus relaciones con el Sur Global? Entre otras cosas porque algo está cambiando en la política internacional, y no se trata de una moda pasajera ni de un simple reajuste táctico. Lo que aflora es una reconfiguración de las relaciones de poder, influencia y cooperación en el mundo, y el llamado Sur Global –conjunto heterogéneo de países a menudo ignorados o simplificados bajo etiquetas paternalistas– está reclamando su sitio. Y lo está haciendo con fuerza, con voz propia y con propuestas sobre la mesa.
España y la Unión Europea, si quieren estar a la altura de los tiempos, deben dejar de mirar al Sur Global como una especie de terreno de juego para la ayuda al desarrollo o como un interlocutor menor con quien cumplir formalidades. Las relaciones ya son mucho más que eso: hay inversiones, comercio, cooperación científica, alianzas diplomáticas y hasta sinergias en materia de seguridad. Y todo esto no hace más que crecer.
El mundo está más fragmentado que nunca, sí, pero también es más interdependiente. La globalización, como se conocía, está haciendo aguas y en su lugar emerge algo más confuso, más competitivo y volátil. La guerra en Ucrania, el regreso de Trump a la Casa Blanca, el auge del proteccionismo y el pulso geopolítico entre China y EE UU son factores que obligan a repensar las coordenadas tradicionales de inserción internacional. Y en medio de ese panorama, el Sur Global ya no es ese actor pasivo que espera ayuda o dicta comunicados inofensivos. Hoy es protagonista en foros internacionales, marca agendas, toma decisiones estratégicas y, a menudo, ofrece alternativas.
El Sur Global ya no es ese actor pasivo que espera ayuda o dicta comunicados inofensivos: marca agendas y ofrece alternativas
En América Latina, por ejemplo, China no solo construye infraestructuras: firma acuerdos, invierte en tecnología, asegura materias primas y gana influencia política. ¿Y Europa? Europa mira, habla de valores… pero se mueve poco. España, por su parte, tiene un discurso ambicioso, pero le falta acción. Tiene historia, tiene vínculos culturales, tiene presencia institucional. Pero si no lidera con visión, se quedará rezagada. Este año podría ser un punto de inflexión si se hace lo correcto: dejar atrás el discurso condescendiente, abandonar la visión donante-receptor y pasar a una estrategia de tú a tú, basada en intereses compartidos, cooperación real y respeto mutuo.
El Sur Global no es un bloque uniforme, y es hora de que se entienda eso de una vez. No tiene sentido seguir abordando estas relaciones como en los años 90. África no es solo un continente receptor; hay economías en auge, innovación tecnológica y liderazgo regional. Asia no es solo China o India; hay muchas realidades, muchas alianzas cruzadas. América Latina no es solo un aliado sentimental de España; es un socio estratégico con quien se puede –y se debe– construir una agenda común. Lo mismo con el mundo árabe, con el sudeste asiático, con Oceanía, con regiones enteras que ya no esperan instrucciones desde Europa: exigen diálogo.
Los expertos del Instituto Elcano Iliana Olivie, Mario Esteban, Cristina de Esperanza Picardo y Lucia Fernández son muy claros: hay que desechar los estereotipos, las miradas simplistas, las aproximaciones geográficas rígidas y, sobre todo, el enfoque basado solo en la ayuda al desarrollo. Hace falta una política exterior más coherente, más coordinada, más realista. En definitiva, más política.
@J_L_Gomez
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