Arturo Maneiro
Lucha intestina en el PSOE
TRIBUNA
Todo empezó el día que el coronel Jesús Peñas, el militar de mayor rango de los seis que residen actualmente en Ourense, tuvo conocimiento de la existencia de una tesis doctoral de la que son autores tres militares valencianos: Enrique de Miguel, Javier Navarro y Juan Delapuerta, y en la que se estudia la participación de las provincias españolas en la guerra de Cuba (1895-1898). El trabajo se centra especialmente en el numero de fallecidos (en hospitales en Cuba por heridas o enfermedad, en el barco que los traía repatriados antes de finalizar la guerra, o en hospitales de España), así como en el número de repatriados por estar heridos o enfermos.
Los primeros ourensanos pertenecientes el Batallón “Zamora 8”, salieron del puerto de La Coruña en el vapor “San Agustín” el 20-II-1896. Su lugar de destino fue la provincia de Santa Clara limitando con Matanzas. A este regimiento le correspondería “el honor” de asistir a la sustitución de la bandera española por la norteamericana al final de la guerra. En el documentado trabajo de los militares valencianos se especifica municipio por municipio, el número de habitantes del mismo en 1900 y en 2019 y cuántos fueron los repatriados y fallecidos.
Según estos datos, en todos los partidos judiciales ourensanos hubo victimas de la guerra destacando Ourense ciudad con 278 muertos y 136 repatriados, seguido de Verín con 51 repatriados, Carballiño con 151 muertos y Trives con 138 muertos. Bande con 75 muertos y Celanova con 38 repatriados fueron los partidos con las cifras mas bajas.
La existencia de este estudio fue lo que motivó al militar Peñas a recopilar los datos ourensanos y plasmarlos en un cuidado pergamino en el que figuran los nombres de los repatriados de cada ayuntamiento y entregárselo al alcalde para conocimiento de todos los vecinos. “Esta intervención, explica el coronel, cae dentro de lo que en el ejército denominamos ‘Cultura de Defensa’, que no es otra cosa que el intento de acercarnos al ciudadano”.
En el pergamino se da el nombre del muerto o repatriado, de qué aldea era, a qué batallón pertenecía, a qué puerto llegó, cuándo y dónde y cuándo murió en el caso de los fallecidos en Cuba. La iniciativa de la Subdelegación militar está siendo recibida por los alcaldes con sorpresa primero y con satisfacción después. De hecho, la mayoría se plantean colocar los pergaminos a la vista de los vecinos.
En 1896 cuando ya se cumplían un año del inicio de la guerra de Cuba (1895-1898) que tenía conmocionada a España, el periódico madrileño “El Imparcial” hace un llamamiento a la caridad y al patriotismo de todo el país a que colaboren con una suscripción abierta en el Banco de España destinada a ayudar a los soldados que regresaban de las guerras de Cuba y Filipinas heridos o enfermos “después de derramar su sangre por el honor nacional”.
El llamamiento fue seguido en Ourense por don Manuel Fernández Quiroga, empresario muy conocido en la ciudad, fundador y propietario de la imprenta “La Popular” situada en la calle del Progreso. Con fama de altruista y generoso y contando con la generosidad y humanidad de sus empleados, funda un periódico bisemanal titulado “La Caridad”, desde cuyas páginas se animaba a la población a contribuir con sus donaciones para ayudar a los que regresaban a su casa en pésimas condiciones físicas y espirituales.
En “La Caridad” se publicaban las listas de donantes, que fueron muchos, y se contaban las historias de los beneficiarios de esa solidaridad. Con esas donaciones materializadas en suscripciones al periódico, don Manuel y otros voluntarios recibían en la estación a los que regresaban heridos o enfermos, los alojaban en una pensión y ponían los medios para que llegaran a sus casas en distintos puntos de la provincia. Especialmente activos recogiendo dinero fueron los profesores y alumnos del colegio San José de Calasanz.
Uno de los primeros soldados en ser atendido, según informa “La Caridad”, fue don Juan Paíño, natural de Beade que regresaba enfermo y a quien recibieron en la estación de Ribadavia muchos vecinos y las autoridades locales. Allí mismo le entregaron 15 pesetas para que pudiera llegar a su casa. A don Camilo Añel, vecino de Lamas se le consiguió un billete de autobús de la empresa que hacía el trayecto Orense- Verín la cual generosamente descontó 16 reales de los 26 que costaba el billete.
A otros se les proporcionaba una muda de ropa interior y un traje para que llegaran a su casa vestidos dignamente. Para eso el comerciante de ropa, don Felipe Santiago, regaló 6 chalecos de abrigo de Bayona y 5 ptas. además de suscribirse al periódico. En la guerra de Cuba participaron 200.000 españoles, de los que 60.000 no regresaron, y costó 594 millones de pesetas. España perdió la guerra de Cuba y la colonia, después de 400 años, por la intervención de EEUU en la guerra. De “La Caridad” solo se conservan dos números en la biblioteca de don Benito Fernández Alonso, colaborador del periódico, depositada en la Biblioteca de la Diputación. El último número se publicó en 1898.
El 9 de febrero de 1960 La Región publicaba la entrevista que el periodista Álvarez Alonso le hacía a don Juan García Armesto de 87 años, vecino de Fradelo (Viana do Bolo), teniente retirado y coronel de Artillería honorario. Don Juan participó como militar en la guerra de Cuba desde los primeros días de su inicio hasta el final cayéndole el terrible “honor” de ser el encargado de arriar la bandera española para ser sustituida por la norteamericana. “Se nos cayeron las lágrimas” declaraba don Juan al recordar la escena.
Su participación en algunas de las peores batallas le supusieron ser condecorados con la Cruz de Plata, con pensión vitalicia de 7,50 ptas, y ocho cruces del mérito militar. Su principal arma era un cañón de la casa alemana Krupp con un alcance de tres kilómetros al que los soldados pusieron el nombre de “chocolatera”. Don Juan enfermó de paludismo, pasó hambre y de los 150 hombres que formaban su grupo de Artillería de Montaña solo volvieron seis. Tres murieron por bala enemiga los restantes de fiebre amarilla y paludismo. Don Juan estaba convencido de que la guerra de Cuba se perdió “por lo mal que llevaba las cosas el Gobierno” y a pesar de que él hizo lo posible por la victoria, “pero nada se consiguió”, le confesaba a Álvarez Alonso.
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