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El pasado 15 de abril, el Ministerio de Transportes anunciaba la licitación de la redacción del estudio informativo complementario para lograr la declaración de impacto ambiental de la variante de Cerdedo, dentro de los planes de mejora de la conexión ferroviaria de alta velocidad entre Ourense y Vigo. Un paso más en un asunto que, desde la ciudad portuaria, se viene defendiendo desde hace al menos tres lustros.
Sólo el empecinamiento del alcalde vigués, Abel Caballero, ha logrado que al menos esta opción, la de Cerdedo, comience a hacerse realidad y ahorre un tiempo decisivo a los usuarios de la línea. Resulta difícil de explicar el castigo al que los sucesivos gobiernos, en Madrid y Compostela, y los planificadores ferroviarios someten a los viajeros, entre Ourense y Vigo, al llevarlos por Santiago de Compostela.
La conexión por Cerdedo debe situar en el entorno de los treinta minutos el tiempo necesario para unir Ourense con Vigo. Un objetivo alineado con los tiempos actuales de Ourense a Santiago y de esta ciudad a A Coruña. Tiempos que mejoran con mucho los logrados por carretera y que, para el caso de la ciudad de las Burgas, puede abrir múltiples oportunidades que los agentes económicos, sociales y políticos, de la ciudad y provincia, debieran tomar en consideración.
La teoría del efecto salida (Hirschman) explica que los ciudadanos abandonan sus países, regiones o ciudades de origen cuando estas no les ofrecen las oportunidades que desean
Que la actual línea de alta velocidad ferroviaria está teniendo un impacto insospechado en Ourense es algo que, a diario, se comprueba en la intermodal de A Ponte. Por sus andenes pasaron en 2024 nada menos que 2,2 millones de viajeros. Una cifra que, sin duda, crecerá notablemente con un AVE Ourense-Vigo con las frecuencias y horarios precisos para dar servicio a los desplazamientos laborales, educativos y turísticos.
La teoría del efecto salida (Hirschman) explica que los ciudadanos abandonan sus países, regiones o ciudades de origen cuando estas no les ofrecen las oportunidades que desean. Desde al menos 1950, cuando Ourense alcanzó su máximo de población, 467.903 habitantes, hasta hoy que somos apenas 304.467, los ourensanos han optado por salir, por emigrar en busca de mejores condiciones de vida. Vigo ha sido uno de los destinos preferidos por esta diáspora. Emplear treinta minutos para recorrer la distancia entre Ourense y Vigo, podría devolver a la ciudad de As Burgas y su entorno inmediato, a muchos ourensanos de primera o segunda generación. También a otros segmentos de población, atraídos por el menor coste de la vivienda o por infinidad de nuevas oportunidades que la relación más fluida puede promover.
El AVE de Vigo a Ourense, por Cerdedo, completa un círculo virtuoso que la ciudad y la provincia debieran impulsar. Trenes que, a veces, pasan una sola vez.
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