Sonia Torre
UN CAFÉ SOLO
Las nostalgias
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En septiembre, se celebra el Día Mundial del Alzheimer, una enfermedad que afecta a más de 55 millones de personas en todo el mundo. En nuestro país, se calcula que existen al menos 700.000 afectados, aunque podrían ser muchos más dado que esta patología no siempre se detecta a tiempo. Los farmacéuticos estamos al lado de los enfermos de alzhéimer y sus cuidadores y cumplimos un rol muy importante con relación a esta dolencia puesto que en nuestras bo cas podemos detectar señales tempranas de la enfermedad.
Una de las razones por las que el número de casos de alzhéimer está aumentando tiene que ver con el envejecimiento de la población. A medida que vivimos más años, también crecen las probabilidades de desarrollar alzhéimer, ya que la edad es el principal factor de riesgo. Por eso, su impacto no solo afecta a quien lo padece y a su familia, sino que también representa un desa-o para toda la sociedad.
La enfermedad se manifiesta principalmente con una pérdida de memoria que empeora con el tiempo. Al principio, la persona comienza a olvidar datos recientes, pero luego también pierde recuerdos más antiguos, incluso los relacionados con su propia edad, como su edad o dónde vive.
A medida que la enfermedad avanza, el deterioro afecta otras funciones del día a día. La persona se vuelve cada vez más dependiente, necesitando ayuda para realizar tareas básicas como verse, comer o asearse. En este contexto, muchos enfermos de alzhéimer son reconocidos como dependientes con un grado variable de discapacidad.
En este escenario, los farmacéuticos ourensanos podemos acompañar en el tratamiento y brindar apoyo no solo al paciente, sino también a sus cuidadores, que muchas veces llevan consigo una gran carga emocional y -sica.
En todo caso, a la menor duda es importante que los pacientes consulten a un especialista y sean conocedores de su diagnóstico desde un primer momento. Además, es fundamental que las personas afectadas por alzhéimer cuenten con un seguimiento médico frecuente, cercano y personalizado. La comunidad en la atención sanitaria permite un mejor control de la evolución de la enfermedad y una respuesta más rápida ante posibles complicaciones.
En este sentido, también es muy recomendable el vínculo con asociaciones de pacientes, que no solo ofrecen contención emocional, sino que cuentan con la experiencia y los recursos necesarios para trabajar en la estimulación cognitiva, un aspecto clave para mantener la calidad de vida durante las distintas fases del proceso.
La salud mental debe ser atendida en pacientes con alzhéimer porque forma parte esencial de su bienestar integral. Aunque el alzhéimer es una enfermedad neurológica que afecta principalmente a la memoria y otras funciones cognitivas, también en un impacto profundo en el estado emocional, psicológico y conductual de quienes lo padecen.
Un buen manejo de la salud mental mejora la calidad de vida del paciente. Ayuda a conservar su autonomía durante más tiempo, facilita la comunicación con su entorno y favorece una actitud más positiva frente al tratamiento y los cuidados.
Terapias no farmacológicas como la estimulación cognitiva, la musicoterapia, la terapia ocupacional o el acompañamiento psicológico pueden tener efectos muy positivos en el ánimo y el funcionamiento emocional del paciente. Además, cuando es necesario, el tratamiento farmacológico de síntomas como la depresión o la ansiedad puede complementar el abordaje clínico.
En cuanto a tratamientos farmacológicos para abordar los efectos neurológicos de la enfermedad de Alzheimer, se están desarrollando nuevas terapias que generan esperanza, como los anticuerpos monoclonales, diseñados para frenar el deterioro cognitivo. Algunos ya están disponibles en Estados Unidos, pero en Europa, aún no han sido aprobados para su uso.
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