Jenaro Castro
TRAZADO HORIZONTAL
Abono único del embuste
UN CAFÉ SOLO
Te preguntan me perdonas y casi sin pensar respondes afirmativamente. ¿Después qué? ¿Desaparece el dolor, el desencanto, la herida? ¿Qué significa realmente perdonar? ¿Olvidar? ¿Seguir adelante ignorando que te han golpeado y que las secuelas aún te provocan lágrimas? No pienso en la absolución de pequeños errores que cometemos en el discurrir diario. Ni en la de equivocaciones involuntarias que provocan leves terremotos inesperados, ni tan siquiera en las decisiones voluntarias de las que no medimos las consecuencias que pueden causar.
Pienso en el perdón que exige un esfuerzo devastador para ser concedido porque la acción que ha provocado la necesidad de implorarlo ha deshecho tu vida o la de quienes quieres.
Puede que sea sanador perdonar, pero puede también que sea desgarrador. Que solo beneficie a quien lo suplica y no a quien lo concede. ¿Es real si sabes que no vas a poder olvidar? Porque en ese caso, la hemorragia no dejará nunca que se cure la pena. Siempre aparecerá ante ti el momento del destrozo cuando mires a los ojos a quien lo causó. Y eso no cura nada.
Conceder el perdón a determinada gente es abrir la puerta para que golpee una y otra vez porque sabe que será eximida de la culpa y que seguirá con su vida. Así que debe ser una concesión limitada, solo otorgada si existe un reconocimiento real del daño causado y una voluntad férrea de no repetir. Pero eso solo el tiempo nos lo contará.
Conceder el perdón a determinada gente es abrir la puerta para que golpee una y otra vez porque sabe que será eximida de la culpa y que seguirá con su vida.
Dice el evangelio de San Lucas que la primera de las siete frases que pronunció Jesús en la cruz fue “Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen”. ¿Qué pasa cuando sí saben lo que hacen?
¿Alguien se atreverá a pedirles a los padres de Sandra, la última niña que se ha suicidado por el bullying sufrido, que perdonen a las acosadoras y a todo el sistema que les falló? ¿Les condenará eso? ¿Deben perdonar las víctimas de cualquier abuso o violencia a quienes a sangre fría las agredieron? ¿Serán peores personas si no lo hacen?
¿Podemos pontificar las bondades del perdón a quienes les han arrebatado el futuro sin ningún escrúpulo, a los humillados o torturados, a quienes lloran las vidas que han dejado de ser?
Para mí el perdón no es una mercancía barata lista para entregar a cualquiera que la reclame. No me siento culpable por ello, ni peor ser humano. No perdonar no significa venganza, puede ser un simple reclamo de justicia. No creo en el perdón como un acto de generosidad hacia quienes te han robado el derecho de una vida en paz o simplemente de una vida. No abre las puertas de ningún paraíso. Negarlo puede hasta que ayude a mantenerse en pie. Sin rencor.
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