Prohibido morirse

TRIBUNA

Publicado: 22 sep 2025 - 04:50

Opinión en La Región
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Me envía Aloysius el enlace a una noticia ciertamente sorprendente. Existe en Francia un pueblo de poco más de 850 habitantes llamado La Gresle, en el departamento del Loira. A pesar de su modesta extensión y reducida población, dispone de una web propia, donde se puede leer un curioso anuncio. Al estar prohibidos los productos fitosanitarios desde el 1 de julio de 2022, un vecino propone acciones ciudadanas apelando a la buena voluntad de todos para la limpieza y el deshierbe del cementerio. Apenas 3 años antes, en 2019, este municipio alcanzó cierta fama internacional debido a la drástica medida decretada por su alcaldesa, con mucho ingenio y provocación, prohibiendo la muerte en su territorio durante los fines de semana y los festivos. Este morbo tenía como finalidad captar la atención de los responsables políticos sobre el abandono del mundo rural, algo que por desgracia conocemos muy bien en Galicia, y especialmente en Ourense. En 1999, en Lanjarón (Granada), bello lugar de manantiales, su alcalde firmó un decreto que prohibía morirse a sus paisanos porque el cementerio local se encontraba colapsado. Por la misma causa, en el vecino municipio de Darro tomaron una decisión similar. Y en Aldemuz (Valencia), porque se habían agotado las reservas de nichos disponibles en su camposanto. En Longyearbyen, una localidad noruega ubicada en el archipiélago de Svalbard, desde 1950 existe una normativa legal que impide los enterramientos. El argumento es diferente, porque en aquellas tierra de vikingos el suelo se encuentra permanentemente congelado. Este permafrost es similar al siberiano, de donde de vez en cuando se recuperan cadáveres de animales prehistóricos extintos, en perfecto estado de conservación. Si los paisanos de Longyearbyen fuesen inhumados en aquellas tierras glaciales, sus cadáveres no se descompondrían, y esta circunstancia podría representar un riesgo para la salud de los vivos, por la preservación de virus, bacterias o patógenos hibernados. Más cachondos son en Italia, concretamente en la aldea calabresa de Sellia, con una población mayoritariamente anciana. Para combatir la despoblación, sus ordenanzas municipales les han prohibido morirse, en sentido figurado, como incentivo para que los ancianos acudan a las revisiones médicas y participen en actividades sanitarias de tipo preventivo. En Falciano de Messico se quedaron sin necrópolis debido a problemas administrativos de índole urbanística. Entonces su ayuntamiento prohibió la muerte, pues no disponen de presupuesto ni de nuevos terrenos para habilitar nichos y sepulturas. Insiste Aloysius que el envejecimiento y la despoblación rural no solamente vacía colegios y centros de salud, sino que de paso satura los cementerios.

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