A propósito de Alzheimer

Historias Increíbles

Publicado: 21 sep 2025 - 04:10

Opinión en La Región
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La madre aproxima su bebita a la ventana. Nieva. La niña abre sus ojos almendrados y pasmada observa, seguro que, por primera vez, la blancura de la nieve. Ah, ah, dice la niña. La mamá acerca tiernamente una poquita nieve robada del alfeizar y la pequeña la estruja entre sus minúsculos dedos. En su cerebro ha nacido una pequeña planta a la que llamará nieve.

Hay cien tipos de demencia explican los médicos. Está nevando. La viejita tomará nieve del alfeizar y la notará fría

Cuando haya crecido jugará al escondite y así entrenará en la búsqueda de su “yo”. Esa búsqueda la realiza con la técnica de la “gallina ciega”, al tun-tun. Aprenderá en la escuela cómo huir del gato. Al fin y al cabo, su vida va a ser la vieja canción: …que te pilla el gato, que te va a pillar. Ratón en el armario del tiempo. A esa planta llamará futuro.

Cuando ya adolescente aquella niña de la ventana llore su primer desamor sentirá en su corazón un frío gélido. Así era la nieve que recuerda. Apretuja entre sus dedos el amor hecho añicos y le parece esponjoso. Entre sus dedos se diluye aquel sentimiento de la misma forma que se derrite la nieve. Ya no quedará nada, sólo un recuerdo, ahora húmedo, agua inerte. Y será otra planta recién nacida a la que llamará ternura evaporada.

Conoce gente y cada persona será un nuevo vegetal en su cerebro. Y se puebla su mente de legumbres: la verdura de la amistad, la hortaliza de su casa, la de la fiesta, del vino, su primer trabajo, aquella que le dio tanta autoestima, el árbol de... Y será otra planta nueva… Reconocerá, que no todos los árboles son buenos y descubrirá a renglón seguido que existen las urticáceas, las plantas malas, la gente que le va a producir espanto. Y a esa le llamará miedo.

Ahora, ya anciana, qué pronto pasa el tiempo, percibirá que la familia la está mirando raro. Madre… le dicen a aquella que había sido la niña de la nieve, ¿estás bien? Y la mujer que entonces era niña mira su bastón y no dice nada. Sus hijos intercambian miradas estúpidas.

Le han regalado un bastón de hojalata y ha protestado ¡que no soy una vieja! Ha dicho. Pero sus piernas le tiemblan, sus manos le tiemblan, sus pensamientos también trepidan, vibran, tiritan y se estremecen. Falta de dopamina… piensa, lenta, la vieja que aún puede pensar. La mujer ha pasado un invierno más.

Hay cien tipos de demencia explican los médicos. Está nevando. La viejita tomará nieve del alfeizar y la notará fría. Ah, ah, dice la mujeruca y ve que es blanca pero no lo sabe. Ve que es fría pero ya no lo sabe. Ve que ya no está su madre, pero no lo sabe. Sólo se asombra, se admira y se queda pasmada, boquiabierta, atónita mientras la nieve cae como entonces, pero ella no lo sabe… ya no sabe nada.

El neurólogo le hace muchas preguntas, a las que no contesta. Al fin balbucea algo imperceptible. La enfermera le acaricia la mano… a la mujer decrépita aún le quedan las caricias. Entonces cuando ya nadie espera nada, grita: ¡Se han secado mis plantas! Ahora son de hojalata …

Y ya es sólo eso… una anécdota… una mujer sin historia, un yermo paisaje… Es sólo una niña asomada, de nuevo, a su ventana.

Verá, ahora sí, cómo alguien viene, en seguida, a llevársela de la mano al lugar en el que la nieve es perpetua.

Y unos niños cantan: “Era de latón, de latón era…era de latón la memoria de la abuela”.

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