Jenaro Castro
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EL ÁNGULO INVERSO
Empiezo a escribir este artículo en un bar. Se me acerca alguien y me dice: “¿De qué va a escribir usted este domingo?”. Respondo: “Pues de Javier Vargas, de la Vargas Blues Band, que el domingo actúa en Ourense”. Se queda en silencio: “Pues tengo varios de sus discos, incluso uno de Carlos Santana con temas suyos”. Sonríe y me guiña: “Pues cuente alguna historieta con él en Madrid, de esas que me gustan”.
Para mí, es una orden. A riesgo de parecerme al abuelo Cebolleta, allá voy, contaré cómo componíamos los temas. Eran los 80, Madrid ardía. Miguel nos había encargado el tema “Extraños en el escaparate”. Con que allí estábamos en mi guarida de Piamonte 25. En la mesa había licor café, vodka y alguna cosa más. Vivía yo con una maravillosa mujer, Julia, que tenía una misión: mientras trabajábamos, poner sin interrupción “Hey, Joe”, de Jimmy Hendrix. 10, 20, 30 veces. Mientras yo avanzaba con la letra y él con los riffs. “Está listo”, dijo él.
Pero al día siguiente, muy de mañana, llamó a mi puerta con insistencia: “El tema no puede terminar diciendo que dejaremos de ser extraños en el escaparate. Hay que romper el escaparate”.
Le metió un riff liberador y todo el tema evolucionó hacia un estado cósmico. Después, Miguel lo bordó con un final estratosférico: “Los límites están en nuestra imaginación”. Por supuesto, de nuevo Julia puso sin pausa al más grande: Jimmy Hendrix. Manda cojones con el tema, ¿eh, Miguel?
Pasaron los años, pero él conserva un aura underground
Sin duda, Javier está a la cabeza de los mejores bluesmen de Europa. Actuó varias veces en nuestra ciudad. Alguna vez me dijo que la “saudade” de Auria se acerca mucho al blues. Una de sus máximas es que “el blues tuvo un hijo que se llama rock and roll”.
Sus conciertos son una descarga brutal. Desde que era adolescente duerme abrazado a su Stratocaster. Javier tiene algo de holandés errante. Necesita ir de aquí para allá dando su alma. Jamás repite un concierto. Como te diría, humanamente hablando es un gran tipo. Un purasangre bluesman. En Madrid recorría todos los garitos.
Si había una banda en el escenario de inmediato se añadía a la tribu. Ay, siempre le gustaron aquellas chicas de mirada lánguida y un toque fatal atado a la cintura. ¿Recuerdas, Javier, aquella chica de ojos turbadores que te perseguía por todos los locales de Madrid? No sabías donde esconderte.
Pasaron los años, pero él conserva un aura underground. Es feliz tocando en los locales más oscuros. Ah, Fernando, con el que formó RH+. Jamás escuché a alguien hacer sonar una armónica tan llameante. Lo tenía todo para triunfar pero es tan auténtico que nunca quiso entrar en el mercado. Su lugar estaba en clubs humeantes y clandestinos.
Ah, el blues nació en los cánticos de los esclavos en las plantaciones del sur de Estados Unidos. Cuando los barcos piratas se acercaban al Golfo de Guinea en el “cuerno” de África, los bucaneros, siempre ambiciosos, atrapaban en medio del pánico a todos los nativos.
La leyenda habla de aquel barco español maldito “El silencioso María” que siempre regresaba con las bodegas llenas de esclavos. Ahí, en esas bodegas, también nació el blues.
(………………………………)
Te espero en el Principal, hermano. Los conciertos de Javier son un ritual liberador. Te sacude por dentro con un riff escalofriante mientras el cantante, tal un exorcista, aúlla: “Sácalo/sácalo fuera”.
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