Fernando Ramos
HISTORIAS DE UN SENTIMENTAL
El Archivo Llanos de Ribadavia y las fotos de la campaña de África
Sólo los más ingenuos llegaron a creer que PP, PSOE y Bloque serían capaces de ponerse de acuerdo, esta vez sí, para desalojar a Jácome de la alcaldía de Ourense. Sin embargo, viendo que los tres partidos se reunían un par de veces -previa convocatoria pública y al parecer en un ambiente constructivo- para tantear la viabilidad de una moción de censura, hubo quien llegó a albergar una cierta esperanza de que la grave situación de desgobierno de la tercera ciudad de Galicia podía tener arreglo mediante una solución política transversal, un pacto atípico basado en la generosidad y en un sentido de la responsabilidad superador de los partidismos. Las expectativas se fueron desvaneciendo al comprobar que unos y otros no estaban dispuestos a ceder en sus posiciones de partida en aras de resolver un sudoku casi imposible.
A nadie puede sorprender que sea el Partido Popular quien rompa la baraja para acabar con un juego en el que las cartas estaban marcados de antemano para que no ganase ni se apuntase la baza de ser parte de la solución de un problema que, según sus compañeros de mesa, contribuyó a crear aquel funesto día en que entregó a Jácome el bastón de mando del Concello para salvar la Diputación. Ahora mismo, los populares tampoco tenían lo que se dice un incentivo claro para pringarse en una operación tan aparentemente descabellada como más que justificada si en verdad sus protagonistas tuvieran como prioridad sacar al Ayuntamiento de la capital ourensana del marasmo. En el corto y medio plazo, para el PP puede ser más rentable no desgastarse. Y a eso juega. A que la solución venga dada, sin tener que mover pieza.
El grupo socialista se da por satisfecho con que la ciudadanía le perciba como quien puso sobre la mesa la posibilidad de derrocar limpia y democráticamente a Jácome. Misión cumplida. La maniobra estaba diseñada con casi nula confianza en que se materializase. En el fondo se trataba de que, al frustrarse, y por aquello de los vetos cruzados, quienes quedasen en evidencia fueran el PP y el Bloque. Está por ver. Lo que sí está claro, se mire por donde se mire, es que el único ganador de este envite -si lo hubiera- sería Jácome. Él nunca llegó a considerar la posibilidad de que la moción de censura saliera adelante. Tenía claro desde el principio que la oposición iba de farol. Que no serían capaces de ponerse de acuerdo. Ahora está convencido de que la expectativa frustrada le refuerza. Y le consolida, sin el más mínimo desgaste. Vuelve a ganar el tahur, ahora ya sin arrimarse siquiera al tapete.
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