Soluciones excepcionales a una situación límite

Publicado: 17 jun 2024 - 01:45

Sobran ejemplos, incluso recientes y cercanos. Habitualmente los cambios de alcalde no suelen obedecer a la mala gestión o al desgobierno, sino a las ansias de poder de quienes los promueven, a veces retorciendo, de forma artera y contra el sentido común, los resultados electorales para vestir el burdo muñeco del quítate tú para ponerme yo. En muy pocas ocasiones una moción de censura estuvo tan justificada como en el caso de Ourense, donde casi nada funciona y el Concello es noticia un día sí y otro también por los problemas del alcalde con la Justicia, con sus compañeros de corporación, con los funcionarios, con contratistas y proveedores, con entidades sociales y culturales y con los medios de comunicación. Y por lo tóxico del ambiente que se respira en el Consistorio desde que Gonzalo Pérez Jácome ocupa la alcaldía. El nivel de degradación de la vida municipal ha llegado a un punto en el que solo cabe la drástica solución de cortar por lo sano. No valen los paños calientes. Ni cabe esperar que el problema con el tiempo se resuelva sólo o que la solución venga dada de fuera (de los juzgados, por ejemplo).

La dramática situación del Ayuntamiento ourensano justifica también una salida excepcional: que se constituya un gobierno de concentración, pluripartidista o transversal, que deje a un lado las siglas y las etiquetas ideológicas para poner por delante los intereses de la tercera ciudad de Galicia, y que actúe en base a un programa acordado a tres bandas, con prioridades claras y compromisos concretos, para el que podría servir de base el “Pacto da concordia”, el documento propuesto por los socialistas. Tampoco sería descabellado, precisamente por la singularidad de la situación, barajar la posibilidad de que, en lo que queda de legislatura, la alcaldía la ocupasen cada uno de los tres partidos durante un periodo de tiempo proporcional a su representatividad en la corporación municipal. En una situación límite como la que se vive -y se padece- en la ciudad de Ourense, los políticos serios y responsables están obligados a estar a la altura de lo que representan y sobre todo a ver más allá de sus narices.

A casi nadie mínimamente informado le sorprendería que al final la moción de censura no llegue siquiera a formalizarse y se quede en un conato -hay antecedentes-, por aquello de las filias y las fobias entre los munícipes, porque primen los intereses personales o partidistas, porque en el fondo nadie se fía de nadie, o porque las direcciones regionales de los partidos no lo vean claro. Es una operación políticamente muy complicada de riesgo, y con costes indudables para todos los actores implicados. Lo que sería imperdonable es que entre la ciudadanía cabal -incluyendo a los ourensanos que se visten por los pies aun votando Democracia Ourensana- se estuviera alimentando la expectativa de que lo del Concello tiene solución y finalmente se malograse el intento. Sería un fraude, otro fraude, puro y duro. Y, lo que es aún peor, encima fortalecería a Jácome, en vez de debilitarlo. En ese caso, PP, PSOE y Bloque habrían hecho un pan como unas tortas.

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