Sobre transición energética, tierras raras y la paz en Ucrania

Publicado: 23 feb 2025 - 02:28

José Paz
José Paz

Desde hace años, la Unión Europea establece una lista de Materias Primas Críticas (MRC), que es una relación de materias primas, en su mayoría minerales, que se consideran estratégicas para la economía de la UE y que presentan un alto riesgo de suministro. Recientemente se ha establecido un reglamento (del Parlamento Europeo y del Consejo) por el que se establece un marco para garantizar un suministro seguro y sostenible de materias primas fundamentales. Ya no se habla de materias primas críticas (concepto vinculado a la escasez, reservas o precio, aunque todo está relacionado) o estratégicas (aquellas que, siendo fundamentales para la industria o la defensa nacional, no existen en el país, y aun disponiendo de estos, no es posible extraerlos de modo rentable, o su producción no satisface la demanda interna, debiéndose obtener del exterior), sino de materias primas fundamentales, aunando ambos conceptos en uno. Según el reglamento, “existe un conjunto de materias primas no agrícolas ni energéticas que se consideran fundamentales debido a su gran importancia económica y a su elevado riesgo para el suministro, a menudo por tener su origen en un reducido número de terceros países. La demanda de muchas de estas materias primas fundamentales es susceptible de aumentar exponencialmente en las próximas décadas, dado su papel clave en la realización de las transiciones ecológica y digital, y en vista de su uso para aplicaciones en los ámbitos de la defensa y aeroespacial. Al mismo tiempo, el riesgo de alteraciones en el suministro está aumentando en un contexto en el que crecen las tensiones geopolíticas y de competencia por los recursos. Además, si no se gestiona adecuadamente, el aumento de la demanda de materias primas fundamentales podría tener efectos medioambientales y sociales negativos”. Esta frase, escrita el 11 de abril de 2024, por desgracia cobra hoy especial relevancia a la vista de las sacudidas en política internacional a las que estamos empezando a acostumbrarnos. La realidad es que Europa cada día está en una posición más delicada para sostener nuestro futuro de bienestar. Nos hemos embarcado en numerosos propósitos para salvar al planeta, pero sin darnos cuenta de que no tenemos ya el liderazgo empresarial, de innovación, de I+D que nos permita competir, y lo que es peor, no tenemos las materias primas con las que poder hacer los cambios.

Las necesidades de grafito que necesitamos para los coches eléctricos que debemos fabricar para el año 2030, son de 610 millones de toneladas. Y las reservas mundiales son de 300 millones

Todas las tecnologías asociadas con energía producida por alternativas a la energía fósil (geotérmica, hidrotermal, nuclear, bioenergía, energías basadas en el hidrógeno, solar, eólica, baterías,…) consumen ingentes cantidades de metales . Especialmente acero, cobre, aluminio y níquel. Las baterías para vehículos eléctricos, además, consumen silicio, cobalto, grafito, manganeso y tierras raras, también en grandes cantidades. La mayoría materiales fundamentales. Las necesidades de grafito que necesitamos para los coches eléctricos que debemos fabricar para el año 2030, son de 610 millones de toneladas. Y las reservas mundiales son de 300 millones. Y el grafito está en la parte más alta de la lista de materiales fundamentales. Necesitaremos 420 millones de toneladas de níquel, y tenemos 90. También necesitaremos 90 y 75 millones de toneladas de cobalto y litio, y tenemos 10 y 20, respectivamente. Es decir, a día de hoy, independientemente de su origen, no tenemos metales suficientes para las baterías que hay que fabricar en los próximos años para la electrificación del parque de vehículos. De cobre, otro de los protagonistas de este drama, necesitamos 480 millones, y tenemos 830, pero al ritmo de consumo que tenemos (se espera consumir 700 millones de toneladas en los próximos veinte años, igual que en toda la historia de la humanidad), pronto también tendremos un gran problema.

No voy a entrar en detalles de dónde se encuentran concentradas las mayores reservas de la mayoría de estos materiales (China, Rusia, Africa -con una minería totalmente controlada por China-, y en algunos casos EEUU o Sudamérica). En Europa tenemos alguna reserva interesante de metales como el Li, por ejemplo, pero también tenemos una sociedad eco-talibana (utilizando la segunda acepción del diccionario de la RAE) que se opone a cualquier tipo de minería que permita explotar esas reservas. Resulta que en Ucrania existen las mayores reservas de tierras raras del mundo. Parte están en la zona conquistada por Rusia, y parte en la zona fronteriza de guerra. Y ahora resulta que el precio que pone EEUU para negociar la paz, además de permitir a Rusia quedarse con lo que ha invadido (incluyendo los yacimientos de tierras raras), es quedarse con la mitad de lo que hay del lado ucraniano. No les importa la paz, ni a unos ni a otros, les importan las tierras raras. Y los europeos viéndolo todo desde la barrera. Una vez más, somos irrelevantes. Eso sí, muy ecológicos y sostenibles y todo muy regulado.

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