El tren y la guerra de las vacas

HISTORIAS INCREÍBLES

Publicado: 15 jun 2025 - 02:55

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Ahora que ha oído mi abuelo que quieren quitarnos el tren, se ha enfadado muchísimo. Ha leído que posiblemente haya que hacer algo gordo para que nos tomen en serio. Pero él que siempre ha sido un tipo cordial se ha puesto a pensar y ha discurrido un plan que tendría un gran impacto, según me dijo.

Yo, claro, que lo conozco tanto, y lo quiero mucho, lo he dejado hablar y palicar y explicar. Mi idea era convencerlo, después de haberle oído. Pero no he sido capaz de llevarle la contraria.

Supone él que esa gente del Madrid City es tan refistolera que nos suponen a éstos que habitamos hermosas tierras como unos catetos. Bueno… él dice que seguro que nos piensan con el aspecto de una vieja vestida de negro y con cachirulo. No sólo así, sino que la suposición se agranda y nos imaginan como esa vieja que lleva una cesta de mimbre y en la tal cesta una gallina. Para entregársela como regalo a alguien de Madrid o de Castilla la Mancha.

Vuelve a enfadarse muchísimo y me cuenta el plan:

He leído que queréis montarles una guerra. Pero eso es muy duro… que ya llegó con aquella que nos dimos de mamporros y montamos mucho lío.

Mi propuesta es contar con las vacas. Déjame que te explique este pensamiento mío: Las vacas tienen una cara triste, de hecho, cada “mu” es un suspiro. Son muy mansas como tú sabes y se dejan hacer de todo, aunque abusemos mucho. No son nada dormilonas y con cuatro horas de sueño ya se han servido. Prefieren estar antes de pie que tumbadas.

Si te fijas, querido nieto, ellas como nosotros están tristes y apesadumbradas. Son como nosotros, sufridas y trabajadoras. Ven pasar los acontecimientos enganchados unos en los otros, como los vagones del tren, iguales, simples, triviales e insustanciales.

Si te fijas, querido nieto, ellas como nosotros están tristes y apesadumbradas. Son como nosotros, sufridas y trabajadoras. Ven pasar los acontecimientos enganchados unos en los otros, como los vagones del tren, iguales, simples, triviales e insustanciales. La vida, las tiene a la mediocridad bien atadas. En todas las culturas son la estampa del origen de la vida y representan desde siempre la serenidad y el mantener la calma.

¿Te imaginas lo que significaría que concentrásemos una gran vacada en la Estación de A Gudiña?

Llevaríamos nuestras vacas a ver pasar el tren. Y se quedarían pasmadas de los tontos que somos los humanos que nos hacemos unos a otras semejantes salvajadas.

Más de veinte ayuntamientos, cada cual con sus vacas. Más las vacas de Verín. Más las vacas de nuestro olvidado Lugo. Más las vacas de Zamora. Más las vacas de los pueblos portugueses, más las vacas de… y de… Riadas y más riadas de vacas. Y los fotógrafos de todo el país haciendo fotos y más fotos y videos e internet colapsada. Y Europa preguntando ¿qué pasa?

Y se asustarían esos señoritingos que no midieron semejante parvada, la de conceder a unos pueblos el derecho a tener un servicio que es público y después…arrepentirse y quitárselo gritándonos: ¡Ahora ya no tendréis tren! ¡Hala!

Debo confesar que el ingenio de mi abuelo no ha creado una payasada, sino que ha sido maravilloso, una auténtica gozada. Pasará a la historia como la guerra incruenta de las vacas, que miraban dulcemente los vagones del tren moderno que no quería parar en la Puerta de Galicia, por la que se entra a este país que tiene otro ferrocarril, allí arriba, de nubes y de estrellas blancas.

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