Opinión

Mr. Smith

Una de mis películas favoritas de la historia del cine es "Mr. Smith Goes to Washington" dirigida  en 1939 por Frank Capra y protagonizada por el insuperable James Stewart y la fabulosa Jean Arthur. 

En España se tituló -un título muy bonito por cierto, a veces los traductores o dobladores acertaban- "Caballero sin espada". Una película que aparte de esos monstruos de la pantalla reúne un elenco de secundarios que quitan el hipo: Claude Rains (ya saben, el jefe de policía de Casablanca), Edward Arnold, Guy Kibee, o el admirable Thomas Mitchell, que era no solo un estupendo actor sino también un gran escritor y guionista. El guión de esa película no es suyo pero es también magistral.

Supongo que todos o la mayoría recuerdan el argumento. Jefferson Smith (James Stewart) es un jovencito de provincias, idealista y bienintencionado al que miembros de su partido eligen senador y envían a Washington para que se siente en la cámara de representantes y obedientemente vote lo que le dicen sus jefes que tiene que votar. O sea, un "hombre de paja". Pero Jefferson (noten lo significativo de su nombre de pila) se rebela contra eso, porque él cree de verdad en la libertad y en la democracia americana, no como todos aquellos senadores viejos, dóciles y corruptos que conoce allí y lo rodean. Bueno, lógicamente no les contaré el final... lo mejor es que vuelvan a verla.

El caso es que aquí también tenemos un señor Smith, solo que no se parece en nada a aquel entrañable personaje interpretado por James Stewart, hasta el punto de que incluso me fastidia hablar de él o sólo mencionarlo. El nuestro se llama Ortega Smith y es un hombre especializado, casi es un don que tiene, en montar una gresca allá dónde va. Y digo que es un "don" porque hay muchas personas que van a algún sitio con la intención y la esperanza de montar un follón o un cacao, pero no lo consiguen a pesar de sus esfuerzos. Él lo consigue hasta sin querer.

Lo último de este hombre preclaro ha sido explicarnos a los gallegos que Castelao era racista y xenófobo, a los asturianos que el bable no existe y a los vascos que el euskera es un idioma inventado. ¡Uau, que diría mi chihuahua Atticus dejando su pelota y mirándome fíjamente paralizado como un troll de piedra, como si le hubiera caído un rayo del cielo! 

No sé a qué colegio habrá ido este energúmeno ni quiero saberlo, pero alguien debería decirle que todos, todos los idiomas del mundo sin excepción son inventados ¡cacho imbécil!

Bueno, perdonen ustedes lo de "cacho imbécil", no quería resultar tan maleducado como él. Sorry. Esto de "sorry" está en otro idioma también inventado, lo señalo por si el señor Smith aun no se ha dado cuenta.

¡Ay qué cruz! Acabaremos cantando todos "Ven Jefferson", como cantábamos en los ochenta "Ven Capitán Trueno, haz que gane el bueno".

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