Opinión

Rosendo y Xosé Cid, allegro maestoso

Son la apuesta artística desde la fe en una idea: Xosé Cid y José Rosendo Cid presentan su arte juntos. No es un mano a mano, o una confrontación entre ambos, tampoco un diálogo -aunque exista algún guiño- sino más bien el deseo de hacerles coincidir en el mismo recinto. En salas separadas, llenando con su apuesta plástica el espacio expositivo, cada uno expresa desde su circunstancia personal el estadio artístico en que se halla. Porque ese es el riesgo, y la grandeza de la doble exposición que se nos ofrece desde el Museo Municipal. Riesgo decimos pues Xosé Cid es uno de los grandes de la plástica escultórica gallega, tras una consecuente trayectoria de más de cuarenta años. Es el tiempo que va desde el roble por el que subía de niño y la Afrodita, ese sueño de mujer que posa tendida, extendida, en plácida actitud mirando al viento cambiar las nubes, plácidamente flotando. Mas Rosendo, joven y maduro ya, expresa la fuerza de un decir con la seguridad de festina lente, oxímoron que denota su élan vital.

Xosé presenta una selectiva muestra de sus registros plásticos, polo opuesto al exceso de otras. Acceso y salida de la sala son para el artista los necesarios paréntesis en bronce del receptáculo de sorpresa en el que se convierte la rectangular cámara de la galería de exposición. Es aquí la chef d’oeuvre el ebúrneo torso de Pallas Atenea, luminoso mármol que alterna superficies de abujardado y pulimento, al lado de la Afrodita y la pareja de Artemisa y Poseidón, cual capitel de claustro gótico sobre cuellos-tronco. Al otro lado están sendas estatuas de pie, Pandora y un Epimeteo /Xosé Cid, que miran con calma a las bellas y lánguidas diosas. La madre sedente con el niño nació para mirarlas, conjunto todo él iluminado con buscado efecto discursivo.


ROSENDO CID

Desde la esplendente seguridad que da la madurez del padre a la luminosa progresión de un artista, el hijo, que ha desarrollado en la década que concluye una evolución intelectual de gran alcance. Las “esculturas de un minuto” de Alterarte dieron paso a “un minuto de arte (aprox.)”, que expuso en el Simeón hace tres años hasta la reciente Anotacións sobre o cadra-do negro, que era el testimonio de una performance, fragmento de una obra mayor “365 maneras de estar en el mundo” en la que la fotografía es el medio de una idea. Sus originales propuestas escultóricas -de andar por casa, como señala-, son grandes desde las lentes fotográficas, siendo el punto de vista o la escala la clave intelectual de su discurso en el que el material en si no es lo importante, sino la idea. Mas son los imaginativos retratos desde el collage sus obras más elaboradas, síntesis de técnica y conocimiento. En suma, una exitosa idea expositiva de la directora Eva Torres, tras dos años de impulso, con la que la Concejalía de Cultura ha validado una apuesta plástica llamada a tener continuación.

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