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LA NUEVA OURENSANÍA
Tiene sonrisa de galán Amaury Millán aunque a la foto le falte producción por ser un aquí te pillo aquí te mato. Comparamos con las que podemos encontrar en internet al poner su nombre en el buscador, y claro, es lo que tiene ser actor, parece un hombre diferente en cada estampa. Pero no demos rienda suelta al ego ajeno, pues cuenta este cubano de Bayamo que es budista desde hace muchos años. “Esta profesión va de lidiar con el fracaso”, opina “te confieso que no es que yo me muera por actuar”, añade. Afirma que en Chup Sup Tsang, el templo de San Amaro, se ha venido a reencontrar con su mentor. “Nosotros creemos en la reencarnación, en el karma, aquí está mi maestro de vidas anteriores, por lo que mi destino está en esta ciudad”, aclara.
Cayó aquí porque su mujer, también cubana con ciudadanía española y ascendiente lucense, recibió una beca para hacer un máster en una universidad gallega. “Teníamos un primo en Ourense y él nos recibió”, informa. “Pronto nos sentimos en casa”, concluye.
En su país hacía telenovelas, mucho teatro e incluso un par de películas allá importantes. “Bueno, también he tenido mucho hombre que pasa, hombre que se sienta”, revela simpático. Los pies en la tierra del intérprete que sabe que el camino tiene sus altos y sus bajos. Migró por cuestiones económicas. “La necesidad secundaria, que es dedicarte a lo que te gusta la tenía cubierta, pero la primaria, que es alimento, transporte, medicamentos, agua o luz eléctrica no”, ilustra Amaury una realidad un poco surrealista si entendemos el trabajo como una fuente de ingresos. “Cuba es un invento, un híbrido soviético-caribeño, es algo único”, describe. Reconoce Amaury que está descubriendo el mundo, y que la emigración desde el mundo comunista añade connotaciones que son tan complejas como sorprendentes.
Hoy se encuentran aquí todos los cercanos, tras ellos vino su hermana que tiene una importante discapacidad, y posteriormente suegros y padres. “La priorizamos a ella, los tres nos mudamos juntitos a Madrid un tiempo para apostar por mi carrera”, comenta. “Allí hice mucho teatro y casting, pero la capital tampoco era viable económicamente”, confiesa. “Al ser estudiante de budismo todo esto se vuelve secundario”, resume. Cierto es que habla Amaury desde la emoción, pero también transmite calma.
“He descubierto la pasión de la escritura”, comenta Amaury, que acaba de presentar su libro que se puede adquirir en la librería Nobel, además de en plataformas ‘online’. Jugando al escritor, se llama el título, es su opera prima, un compendio de doce relatos. “Un buen amigo escritor me dice que así empezó Shakespeare, el teatro nos regala el ritmo y un conocimiento de la dramaturgia”, explica. “Es un libro abstracto, muy libre, cuento las cosas que me preocupan y obsesionan”, detalla. “Me están convenciendo de que podría ser escritor de verdad, un sueño sería poder tener ingresos como tal”, comenta entre sorbo y sorbo de una manzanilla ya templada por tanta cháchara. “¡Antes solo quería jugar y ahora ya quiero ganar dinero!”, dice Amaury entre risas, el ego y la humildad se disputan en su discurso, qué podemos decir de las fuerzas que habitan en un ser, al fin y al cabo, humano. “¡Se chove que chova!”, apliquemos el cuento, (y la frase), que él mismo enfatiza, para relativizar un poco el significado real del éxito en lo mundano.
“¿Cómo está la cosa?”, se dice en Cuba asiduamente, pues eso mismo le preguntamos. “No tengo una rutina, pero medito por las mañanas, hago la comida, y hace poco empecé a hacer de repartidor por horas, lo cual me permite tener tiempo para escribir y continuar con lo de los casting”, revela.
“No tengo un hábito de escritura, puede ser un día, una semana, a mano del tirón, o a veces en el ordenador”, reconoce que tiene que tomárselo en serio. “¡Ay me coge el síndrome del impostor!”, se cuestiona Amaury.
Sabe él que no basta con creérselo, ni siquiera con trabajar duro, humildad por delante. Di tú que Buda recomienda practicar el esfuerzo correcto, evitando los pensamientos negativos y despejándolos de la mente. Así aplique el iluminado sus enseñanzas en Amaury Millán, y que siga siendo virtuoso, con o sin arte mediante.
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