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FIN DE CONTRATO DEL LOCAL
Un vino y una tapa de callos al sol en el 125 de la Avenida de Buenos Aires, una combinación que quedará para la historia. El Bar Carballo es de esos locales que forman parte del costumbrismo de la ciudad de Ourense desde que hace más de 50 años abieran sus puertas. Fue en el 1972, cuando los fundadores del negocio, Julio y María, se aventuraron a dar servicio a los ourensanos en el sitio del que hoy su hijo, también de nombre Julio, se despide entre lágrimas.
Lo hace desde la distancia porque, aunque en estos últimos días ha pasado más horas de lo habitual dentro de "su" bar, Julio Carballo tiene cuatro bypass y una jubilación anticipada desde hace más de dos años. Su situación delicada lo separó de las comidas de los mediodías y también de las copas de la noche, algo que le dió "moita vida" en su momento.
Si hay un sentimiento generalizado entre los clientes del Bar Carballo es sin duda la sorpresa por el cierre. La persiana del negocio bajará definitivamente debido al fin del contrato de concesión del local en el "mellor momento da historia", como asegura Mary González, mujer de Julio y "el alma del bar" para muchos. "Nunca tivemos tanta xente como agora. Temos cafés a 1,30 euros, refrescos a 2... os prezos de toda a vida", destaca como uno de sus motivo de éxito.
Mary trabaja 15 horas diarias: "Non quero ser a máis rica do ceminterio"
Sin embargo, el trabajo nunca se negoció desde que este matrimonio entró a trabajar en el local: "Todo o que conseguin saqueimo do 'pellejo', tamén porque tiven moita saúde", admite Julio. Lo mismo pasa con Mary, quien completa jornadas intempestivas dando sabor a la Avenida de Buenos Aires con su cocido, sus callos o sus empanadillas. "Entro as catro da mañá ata as catro da tarde. Descanso e volvo antes das oito ata as once da noite", cuenta la dueña ya con el paso de tantos años de trabajo sobre sus hombros: "Non quero ser a máis rica do ceminterio".
Atrás quedan grandes comidas y cenas, muchos cafés y alguna que otra fiesta para el recuerdo. Al preguntarle por momentos memorables, a Julio se le cruza el recuerdo de las Nochebuenas: "Ninguén abría os 24 de decembro. Nós acollimos a moita xente de fora, xente que non tiñan onde ir".
"A xente pídeme fotos, coma se fose un actor de cine", cuenta Julio con la voz entrecortada después de admitir haber derramado alguna lágrima, "e moitas máis que botarei". En el Bar Carballo trabajaron tres generaciones: sus padres, fundadores, y también su hijo Alejandro. Es por ello que se hace todavía más difícil separarse de cuatro paredes que forman parte de la familia desde hace décadas.
La misma tristeza deja en las decenas de clientes que aún recibe cada día. "A xente non o cre, di "¡Non pode ser! Se te fora mal..."", sigue Mary, quien ha tenido que lidiar con muchas preguntas desde que anunció el cierre.
Es el caso de Abel Fraga, exfutbolista y habitual del Bar Carballo. Tras la que ya es la última comida (con antiguos jugadores del CD Arenteiro) en el restaurante, empezó a despedirse con pena de un lugar donde "me siento como en casa". Además del cocido, destaca especialmente "el ambiente familiar" que desprende el negocio de los Carballo, y reconoce haber recibido la noticia "con una sorpresa enorme". "Todo el mundo lo va a extrañar, pero mi madre y yo, desde luego, mucho", cierra.
Arancha, clienta, aún no se lo cree: "Me va a parecer siempre domingo"
Para Arancha, una vecina del barrio de toda la vida, supone un antes y un después: "Estamos en shock. No me imagino la avenida sin el bar, me va a parecer siempre domingo" asegura tras más de 20 años como clienta.
A Mary no le da vértigo el futuro, ya que lleva desde los 15 años trabajando en peluquería, supermercados y otros oficios relacionados con la cocina. "A vida son etapas e esta terminou".
Por suerte para muchos, avisa de que Ourense no se quedará sin sus cocidos: "Xa teño tres ou catro ofertas de bos restaurantes, e estou segura de que os meus clientes virán conmigo", declara.
Cuando el Bar Carballo eche el candado por última vez, Ourense perderá un cacho de su historia gastronómica. Sin embargo, todavía falta la fiesta de despedida de este sábado 29, donde Julio y Mary esperan darse el hasta luego con muchos amigos para tomar "a penúltima, nunca a última".
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