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ENAMORADA DE LA CULTURA ASIÁTICA
Una tez blanquecina, un maquillaje que simula ojos rasgados y hasta un hanbok, el traje tradicional de Corea del Sur. Podríamos estar hablando de una asiática promedio, pero no. Se trata de Blanca Sas (Ourense, 1998), una joven nacida en la capital de la provincia que acabó enseñando Seúl a los turistas como una surcoreana más.
Desde bien pequeña, Blanca se enfocó en un sueño: mudarse a Asia. Las influencias japonesas que llegaban a Ourense hicieron que, antes de cumplir los 10 años, comenzara a “obsesionarse”: “Empecé a investigar sobre Japón, a ver la cultura, el paisaje, todo lo que ofrece la gastronomía… y gracias a ello conocí otros países, como Corea”.
La ourensana no esconde su pasión por el anime, un estilo de animación tradicional de origen japonés que triunfa en todo el mundo. Fue su puerta de entrada a un gusanillo que acabó convirtiéndose en vocación, pero que empezó en las tardes de bocadillo y televisión que tantos ourensanos han vivido. “Todo empezó con el Xabarín Club, viendo series como Dragon Ball o Doraemon. Ahí me aficioné, es lo primero que nos llega en España de la cultura asiática” rememora.
“A mis padres les chocó bastante lo de Asia. Sobre todo porque no es un destino cercano... El vuelo directo son como 15 horas”, cuenta una Blanca que tuvo que lidiar con muchas preguntas por su “obsesión” desde bien pequeña. Asegura que, aunque pudo haber algo de resistencia al principio, ambos progenitores “entendieron mi pasión”.
La principal barrera de entrada a Japón o Corea no son ni los visados ni las comunicaciones, sino un idioma que poco, -o nada-, tiene que ver con el suyo propio. Más aún cuando partes de una ciudad como Ourense, donde Blanca recuerda que era misión imposible conseguir que alguien le enseñara a hablarlo: “Es una ciudad muy pequeña y no existían ni profesores ni academias de idiomas asiáticos. Entonces, me puse por mi cuenta a estudiar japonés con libros en cafeterías.”
Una práctica poco sencilla, cuenta, ya que “estudiar un idioma de manera autodidacta no es fácil”.
Unas vacaciones de dos meses en Corea del Sur fueron suficientes para que Blanca Sas hiciera las maletas de nuevo al país asiático, esta vez con un plan para ganarse el pan. “Fui en 2023 con un Working Holiday, una visa que te permite trabajar por un año”.
“Me siento muy orgullosa, cumplí lo que había soñado”
Una vez allí, tuvo la suerte de “encontrar trabajo rápido” como guía turístico, algo que ya había estudiado y ejercido en Madrid con vistas a coger un avión a este otro continente. Hasta que lo consiguió: “Me siento muy orgullosa de haber trabajado como guía en Corea del Sur. Cumplí lo que había soñado”.
Recién llegada a Corea, Blanca era conocedora de que lo que necesitaba conseguir para ejercer su trabajo de la mejor manera. Curiosamente, esto coincidía con su pasión: bucear en la ciudad y la cultura coreana.
Se recorrió cada calle de Seúl hasta llegar a hacer sus propias rutas: “Enseñaba el barrio de Gangnam, el City Hall, los templos… Yo hice alguna ruta propia, enfocándome a la gastronomía o al estilo K-Pop”, contando con futbolistas o youtubers españoles entre sus “guiados”. También lo hace con sus seguidores en redes sociales, mostrándoles la capital surcoreana de la siguiente manera.
“No todo me gusta de la cultura asiática. Corea puede ser un lugar con mucha presión social y muy superficial, hay un montón de operaciones estéticas”, admite Blanca dentro de su amor por el continente. El hecho de ser extranjera llegó a afectarle, ya que no es fácil que los coreanos, “muy suyos y muy patriotas”, acepten a las personas que vienen de fuera. “Yo iba mentalizada, pero los primeros meses fueron duros. Eso sí, valoran mucho que aprecies su cultura, como yo hacía.”
"Hubo una alarma de que Corea del Norte había lanzado una bomba a Seúl. Mi amiga se despidió de mí"
La figura de Corea del Norte también juega un papel clave para ella, aunque menos para los locales. Blanca recuerda el día que recibió un mensaje del gobierno en su móvil alertando de una posible bomba norcoreana en Seúl. “Fue como a las 5 de la mañana, empezaron a sonar alarmas y yo no sabía qué hacer. Una amiga me llamó y hasta se despidió de mí, pero la mayoría de coreanos leyeron el mensaje y se volvieron a dormir. Allí es normal y nunca suele pasar nada”, cuenta (ahora) entre risas.
Sas llegó a Asia con la mente abierta, dispuesta a conocer todo tipo de culturas, lugares… y comidas. Sin embargo, hubo una cosa que su ourensanía no le permitió probar: el pulpo. “En Corea lo comen vivo, lo cortan al momento y los tentáculos aún se mueven. Yo no lo probé, me sentía traicionando mis raíces”, recuerda pensar mientras extrañaba el pulpo a la gallega.
No es la única similitud que encuentra entre Ourense y Seúl, ya que el hecho de que la capital surcoreana esté rodeada de montañas y atravesada por un río con un incontable número de puentes, le resultaba familiar.
Además, cuenta que “me habían dicho que dentro de España, en Galicia, somos los más similares a los asiáticos. Somos más cerrados, más nuestros”. Si nos fijamos en Japón, Galicia y el país nipón son los dos únicos lugares en contar con un camino Patrimonio de la Humanidad: el de Santiago y el de Kumano Kodo. De hecho, al que realiza ambos caminos se le galardona con un título llamado ‘Dual Pilgrim’.
Fue un poco más de un año intenso y productivo para Blanca, pero llegó la hora de volver a casa. Ahora estudia Traducción e Interpretación a distancia desde Chantada, pero con las miras puestas en regresar al continente asiático.
Se despide animando a la gente a seguir su senda y visitar Corea "con la mente abierta", donde los ourensanos ya saben que tendrán una vecina con la que recorrer sus calles de la forma más autóctona posible.
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