Los elegidos de la Virgen de Fátima, cofrades y voluntarios
NOVENA
Fátima cuenta, desde su nacimiento a mediados del siglo pasado, con cofradía y un grupo de voluntarios que hacen cada año posible una procesión que reúne a todo Ourense.
La Cofradía de Fátima vive días de frenesí este mes de mayo, a las puertas de su día grande, este martes, con la procesión de la imagen de la Virgen por las calles de la ciudad. “Yo soy cofrade, mínimo desde hace 30 años”, señala Tito Vázquez Rodríguez, de 64 años de edad. “Ya era cofrade mi madre y tomé el relevo; ella era de la época en que se construyó el santuario. Recuerdo que venía con ella a la iglesia y me metía en la sacristía, y este Cristo que está hoy en la entrada estaba entonces allí; recuerdo que miraba al Cristo y no me movía, porque imponía”.
Explica Tito que “la Cofradía de Fátima es una hermandad que se constituyó cuando se erigió el santuario, y es la que se ocupa del sostenimiento y del culto a la Virgen. Es una dedicación. Cada cofrade, con su aportación económica, costea la luz que ilumina a la Virgen y otros detalles del culto a la advocación de Fátima”.
Cuando se le pregunta a Suso Gómez, otro de los cofrades, si hay relevo generacional, apunta que “hay algún joven que participa, pero pocos. Normalmente, somos los de siempre; de todas formas, yo, con 85 años, sigo adelante”. “Sí, cierto, pero esperamos que haya relevo, por Dios”, matiza Tito.
“Yo animo a la gente a que se inscriba en la Cofradía, necesitamos gente nueva. En este momento tendremos como 400 miembros, porque funciona desde que se fundó el santuario. Cuando se levantó el templo, la Virgen recorrió toda la provincia y muchas personas se inscribieron”, añade Vázquez.
A lo largo de todas estas décadas, la imagen de la Virgen no ha dejado de ser fiel a su cita con las calles de Ourense, con buen tiempo o con lluvia. “Ha habido años que nos ha cogido la lluvia en plena procesión, que tuvimos que ir cubiertos por el chubasquero y aun así llegar mojados a casa, pero la Virgen salió”, subraya Suso Gómez.
“Yo no recuerdo que no hubiera procesión, desde que tengo memoria”, añade Tito Vázquez.
Tan solo el año del covid, la salida de la Virgen se redujo a posarla ante el templo, en una salida simbólica, pero sin recorrido por la ciudad.
Inés Lage Fernández es una de las voluntarias que se ocupa de decorar la imagen de la Virgen. “Llevo como ocho años, desde que cerré la floristería, que la tenía aquí, en O Couto”, explica. “La carroza es muy grande, tiene tres pisos, pero siempre sobran flores; la fe de la gente es muy grande”, añade.
Esther Iglesias es otra de las voluntarias que ayudan a decorar el trono de la Virgen. “Mínimo llevo 30 años. Empecé con Élia, la mujer de José Luis, el que monta el nacimiento. Fue la que me invitó a participar y a pesar de tener enfermedades, complicaciones, nunca he dejado de participar en la decoración, siempre con esa fe”, señala Esther. Añade que “nos lleva todo un día y participamos unas 10 personas”. Y apunta un ruego: “Somos mayores y pedimos a los jóvenes que se impliquen. Para mí son los mejores días de mi vida, esta semana. Estar a los pies de la Virgen es un honor y un privilegio”.
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